LEVANTAR EL CORAZÓN
En español a veces se oye una expresión que supongo que cada vez menos
personas entienden y conocen su origen. Cuando queremos decir que una situación
es inamovible decimos: “Esto no lo levanta ni el sursum corda”. El latinajo se refiere a la apelación que el
sacerdote hace en la misa al comienzo de la oración eucarística. En la liturgia
actual lo han traducido con “levantemos el corazón”. A lo que los fieles
responden “lo tenemos levantado hacia el Señor”.
Se trata de unas palabras que nos recuerdan que tenemos que centrar nuestra
vida en Dios. Y que eso es lo que realizamos en la eucaristía. A elevar el
corazón es a lo que nos invita la fiesta de la Ascensión. En esta fiesta
recordamos que Jesucristo resucitado entró en la gloria de Dios, pasó a vivir
definitivamente junto a Dios. Y los discípulos que contemplaron la marcha del
Señor fueron invitados a seguirle sobre todo con el corazón. O lo que es lo
mismo a permanecer unidos a Jesucristo más allá de la visión sensible.
Los discípulos habían contemplado a Jesús. Le habían visto compadecerse,
alegrarse y asombrarse, enfadarse y disgustarse…Y ahora, cuando ya no podían
verle porque había desaparecido de su campo de visión, era el momento de su
presencia en el corazón. De permanecer unidos al Señor más allá de donde
alcanza la vista.
En la Ascensión recordamos que tenemos que saber levantar la vista hacia el
cielo, hacia el lugar en el que habita Dios. Pero más importante que levantar
la vista hacia Dios es levantar el corazón. Este órgano representa el centro de
nuestra vida, nuestras motivaciones, nuestras relaciones, nuestros pensamientos
y valores. Levantar el corazón hacia el cielo es centrar nuestra existencia en
Jesucristo. Jesús asciende junto a Dios y desaparece de nuestro campo de
percepción visual para tener una presencia en nuestro corazón.
Precisamente la misión a la que son llamados los discípulos en el evangelio
de este domingo, es a la de hacer presente a Jesucristo con su vida. Los
cristianos llevamos a Jesucristo en nuestro corazón para que Él llegue a esos
lugares en los que nosotros habitamos. Hay muchas personas que buscan un
encuentro personal con Dios, que aspiran a encontrarse con un Dios que les
sostenga, acoja y aliente. Y nosotros, los cristianos, podemos hablarles de
Jesucristo, que vino a acercarnos la realidad de ese Dios.
Levantar el corazón quiere decir ponerse en pie, elevarnos por encima de
nuestras dificultades y problemas, dejar espacio a Jesucristo en nuestro
corazón para que Él siga impulsado nuestra vida.