Homilía fiesta de La Ascensión del Señor. Ciclo B. 20 de mayo de 2012


LEVANTAR EL CORAZÓN


En español a veces se oye una expresión que supongo que cada vez menos personas entienden y conocen su origen. Cuando queremos decir que una situación es inamovible decimos: “Esto no lo levanta ni el sursum corda”. El latinajo se refiere a la apelación que el sacerdote hace en la misa al comienzo de la oración eucarística. En la liturgia actual lo han traducido con “levantemos el corazón”. A lo que los fieles responden “lo tenemos levantado hacia el Señor”.

Se trata de unas palabras que nos recuerdan que tenemos que centrar nuestra vida en Dios. Y que eso es lo que realizamos en la eucaristía. A elevar el corazón es a lo que nos invita la fiesta de la Ascensión. En esta fiesta recordamos que Jesucristo resucitado entró en la gloria de Dios, pasó a vivir definitivamente junto a Dios. Y los discípulos que contemplaron la marcha del Señor fueron invitados a seguirle sobre todo con el corazón. O lo que es lo mismo a permanecer unidos a Jesucristo más allá de la visión sensible.

Los discípulos habían contemplado a Jesús. Le habían visto compadecerse, alegrarse y asombrarse, enfadarse y disgustarse…Y ahora, cuando ya no podían verle porque había desaparecido de su campo de visión, era el momento de su presencia en el corazón. De permanecer unidos al Señor más allá de donde alcanza la vista.

En la Ascensión recordamos que tenemos que saber levantar la vista hacia el cielo, hacia el lugar en el que habita Dios. Pero más importante que levantar la vista hacia Dios es levantar el corazón. Este órgano representa el centro de nuestra vida, nuestras motivaciones, nuestras relaciones, nuestros pensamientos y valores. Levantar el corazón hacia el cielo es centrar nuestra existencia en Jesucristo. Jesús asciende junto a Dios y desaparece de nuestro campo de percepción visual para tener una presencia en nuestro corazón.

Precisamente la misión a la que son llamados los discípulos en el evangelio de este domingo, es a la de hacer presente a Jesucristo con su vida. Los cristianos llevamos a Jesucristo en nuestro corazón para que Él llegue a esos lugares en los que nosotros habitamos. Hay muchas personas que buscan un encuentro personal con Dios, que aspiran a encontrarse con un Dios que les sostenga, acoja y aliente. Y nosotros, los cristianos, podemos hablarles de Jesucristo, que vino a acercarnos la realidad de ese Dios.

Levantar el corazón quiere decir ponerse en pie, elevarnos por encima de nuestras dificultades y problemas, dejar espacio a Jesucristo en nuestro corazón para que Él siga impulsado nuestra vida.