El otro “curriculum”
Tener un buen “curriculum” o un buen expediente académico –se piensa- es la
posibilidad de alcanzar un buen puesto de trabajo y una buena posición social.
Por eso, muchas personas se esfuerzan por tener buenos resultados en sus
estudios, y participar en diversas propuestas formativas. Los conocimientos y
los títulos serán la puerta para poder alcanzar ese esperado nivel social.
Pero también cuentas las relaciones, el conocimiento de personas con
influencia que pueden recomendar a uno para un buen puesto de trabajo; o que
pueden ponerte en contacto con otras personas, que a su vez te pueden abrir la
puerta del prestigio y la posición social. Hay personas realmente hábiles en la
técnica de la relación social, de la penetración en ambientes de influencia
social, política y económica. Ya lo decía una madre a sus hijos que marchaban a
la guerra: "Hijos vosotros poneos cerca del general”. La madre parece
saber que al abrigo del poder y la influencia uno siempre cosecha beneficios.
Los discípulos de Jesús eran también de la misma opinión. Y por eso algunos
de ellos esperaban que la cercanía a Jesús les traería algún tipo de ventaja
personal; algún provecho en forma de beneficio. Así nos lo presenta el
evangelio de este domingo en el que dos discípulos piden a Jesús sentarse junto
a él en el trono de la gloria.
Pero Jesús les habla de otro “curriculum”, de otro expediente y de otro
camino.. Les habla del camino de la realización personal, del crecimiento en
humanidad. Este camino no siempre coincide con el del triunfo profesional y con
el del logro de una buena posición social. Es más, con bastante frecuencia
ambos caminos se separan. Por eso, encontramos a personas que ha logrado
alcanzar éxito profesional y sin embargo, tienen una sensación de
insatisfacción porque en otras dimensiones de su vida no han logrado la
realización personal.
Además del curriculum y del expediente de nuestra formación personal está
el de nuestras relaciones con los semejantes, el de saber sacar provecho a la
existencia, el de vivir feliz con lo que uno tiene, el de cultivar la
sensibilidad…, el de experimentar que la propia persona es de valor para otras
personas… Para tener éxito en esta dimensión Jesús nos presenta una clave:
saber arriesgarse y entregarse. Ser generoso y darse a los demás. Este camino
es difícil, puede ser doloroso, lleva a la renuncia de uno mismo, pero es el
que puede dar la felicidad y la alegría. Jesús nos dice que para vivir hay que
saber entregar la vida.
Los padres lo saben muy bien. Para que sus hijos crezcan, sus padres tienen
que pasar por pequeñas “muertes”. Tienen que pasar por sacrificio y renuncias
para que sus hijos se desarrollen en la vida. Y lo hacen con alegría porque
saben que ver crecer a un hijo gracias a la propia entrega es la mayor
recompensa. Los padres saben que para dar vida a otros hay que entregar la
propia.
Lo mismo le ocurre a aquella persona empeñada en crear un clima más humano
en su trabajo. Sus compañeros de trabajo se ríen, abusan de su bondad…Pero esa
persona sigue adelante porque sabe que a la larga es mejor haber aportado algo
para que en la empresa haya más compañerismo, que sacar el mejor partido en el
reparto de los turnos laborales.
Jesús nos dice que el camino de la vida no es de empujar a los demás, o
pisotearlos y aparecer por encima de ellos. El camino del cristiano es el de la
entrega de la propia persona para que los demás tengan algo de más vida.