Homilía 5º Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B. 5 de febrero 2012

Un día en la vida de Jesús


Si fuera periodista de televisión haría un programa que se titulara, “Un día en la vida de…” Se trataría de presentar el transcurso de una jornada de un personaje conocido del mundo de la cultura, la política o la sociedad. También se podría acudir a ciudadanos anónimos que representen un sector profesional. De este modo se podría ofrecer un día en la vida de un médico, un policía, un panadero…Ya hay programas de televisión que ofrecen un contenido similar.

Los evangelistas, sobre todo Marcos, tienen en sus relatos evangélicos textos que podrían ser titulados “Un día en la vida de Jesús”. Uno de ellos es el que se nos presenta en este domingo.

Marcos nos dice que Jesús comienza su jornada temprano y con un buen rato de oración. Que camina con sus discípulos y realiza curaciones. Su fama era tan grande que al atardecer, en los pueblos, casi todos acudían a Él. Pero Jesús no era persona de lugar fijo y a la jornada siguiente abandona el lugar al que había llegado para ir por otros pueblos anunciando la buena nueva del evangelio.

Con pocas palabras el evangelista Marcos nos presenta la dedicación habitual de Jesús, nos presenta el escenario de su vida. Tres son los ejes que nos presentan de la vida de Jesús: la oración, la compasión con los que sufren, el anuncio de la buena noticia del evangelio.

Jesús comienza el día orando. Se toma tiempo para rezar. En su oración Jesús vivía lo que era su persona, alguien lleno de Dios. Y al vivir la plenitud de Dios recibía la inspiración para sus palabras, la fuerza para su compasión, la alegría que portaba en su existencia. La oración era la vivencia de la unión con Dios que sostenía toda su vida.

Jesús cura a la suegra de Pedro, y a los enfermos que le acercaban. También expulsaba demonios. Lo dice el significado del nombre de Jesús, “Dios salva”. Su nombre es un programa de vida. Jesús viene a salvar, a traer la salvación de Dios. A sanar nuestra vida y a oponerse al poder del mal. Cura los cuerpos pero también purifica los espíritus. La salvación de Jesús tiene que ver con todo nuestro ser, con todas las dimensiones de nuestra persona.

Por ser el enviado de Dios el trabajo central de Jesús es anunciar a todos que Dios nos ama, que está de nuestra parte, que la salvación comienza cuando nos abrimos a Dios. Por eso gran parte de su actividad es ir de pueblo en pueblo anunciado la Buena Noticia de Dios. Nada le retenía de esta misión. Ella es la que le empujaba a ponerse en camino, a no permanecer quieto en un lugar.

Si la oración, la compasión, el anuncio son los ejes de la vida de Jesús. Esos lo son también de la vida de la Iglesia y de cada bautizado. Nuestra condición de cristianos se expresa en el tiempo que dedicamos a encontrarnos con Dios, en la manera en la que tratamos a los demás, sobre todo los sufrientes, en nuestro trabajo por contagiar y comunicar la bondad de Dios