El “hoy”
de Dios
En castellano solemos
decir “no dejes para mañana lo que puedas
hacer hoy”. Es un refrán que nos llama a no postergar tareas y asuntos; a
ser resolutivos; a afrontar despiertos y con valentía las tareas de cada día,
sacudiéndonos la pereza que nos lleva a dejar las cosas para más adelante. Es
un consejo sabio que nos ayuda a vivir el ahora como lo único que realmente
tenemos. Ante un presente desagradable existe la tentación de refugiarnos en el
pasado. O de huir hacia un futuro mejor que de momento sólo existe en la
imaginación.
Jesús y el evangelio
nos ayudan a mirar el “hoy” de frente. Es una de las palabras claves en el
evangelio de este domingo. Jesús llega a la Sinagoga, lee el texto del profeta
Isaías en el que se anuncia la llegada de la liberación y termina proclamando:
“Hoy se cumple está palabra”.
El hoy de Jesús no se
refiere solamente al presente en el que Él vivió, y que para nosotros es “ayer”.
Tampoco sitúa la llegada de la liberación en un futuro que nos aguarda pero que
todavía no es presente. Jesús dice que la liberación llega “hoy”. Y ese ahora
dura hasta nuestros días; se prolonga hasta el presente en el que nos
encontramos.
“Hoy” -nos dice Jesús-
es el momento adecuado para que Dios irrumpa en nuestras vidas. Y nos llene de
su paz, alegría y fuerza. Dios puede irrumpir en nuestra vida por los caminos
que la iglesia siempre ha mostrado: por la escucha de su palabra; por la
oración; por la participación en la celebración de la Eucaristía; por el
murmullo de nuestra conciencia que nos llama a hacer el bien.
El “hoy” de Jesús es
el “hoy” de Dios, que es presencia continua y permanente. Por eso la fuerza de
aquel “hoy” de Jesús se extiende hasta nuestros días. Y los pobres, presos y
ciegos del tiempo de Jesús también somos nosotros. Pobres porque carecemos de
plenitud de vida; de humanidad plena… Presos porque a veces nos dejamos atrapar
por la mentira, las apariencias, el afán por el dinero…Ciegos porque no siempre
sabemos reconocer nuestra situación verdadera… Como humanidad necesitamos
transformarnos para que entre nosotros hay menos injusticia, menos
corrupción…Para que podamos vencer el hambre y el subdesarrollo, la marginación y la violencia…
Todos sabemos que,
para que nuestro mundo cambio primero tiene que cambiar el ser humano. La
posibilidad de ese cambio en nuestra vida comienza en el “hoy” de Jesús. En el
encuentro con Él recibimos la misericordia y el perdón. Su fuerza que disuelve
nuestros miedos. Su acogida que nos hace ganar confianza.
Hoy Dios llega a tu
vida, recíbelo como al mejor amigo y compañero de camino.