Dios viene en nuestra búsqueda
La hija del escritor ruso Dostojewski cuenta que
cuando su padre yacía enfermo y presentía el final de su vida pidió a su esposa
que le leyera el capítulo 15 del evangelio de Lucas. Tras escucharlo se dirigió
a sus hijos y les dijo: "Nunca olvidéis estas palabras. Confiad siempre en
Dios y en su perdón. Yo os quiero mucho pero mi amor no es nada comparado con
el amor infinito de Dios. Nunca dejéis de confiar en él cuando caigáis en la
desdicha, hagáis algo malo u os perdáis".
Parte del capítulo 15 de Lucas es el evangelio
que escucharemos en la celebración de este domingodomingo. Ahí se recogen tres
parábolas de Jesús: la de la oveja perdida, la dracma perdida y la del hijo
pródigo.
La palabra "perdido" tiene en nuestro
lenguaje un doble sentido. Por una parte se refiera a un objeto que no
encontramos ya en el lugar que esperamos. Por otra, se refiere a quien no
encuentra orientación en su existencia y a quien se encuentra en una situación
desesperada.
En estas tres parábolas se presenta a Dios de la
misma manera. Él es el "buscador", el que viene al encuentro cuando
estamos desorientados, cuando ya no tenemos fuerzas ni sentido para la
esperanza. Ye ese gran buscador que es Dios viene para ofrecernos nuevas rutas para
nuestra vida y nuestra historia; nuevas posibilidades para la fraternidad
siempre pendiente.
Todos en ocasiones nos sentimos perdidos, o al
menos confundidos y desorientados. O puede ser que pensemos que nuestro mundo
no tiene remedio, que la humanidad no podrá encontrar caminos que superen la
violencia, la injusticia, la inhumanidad...Quizás sea en esos momentos cuando
tengamos que escuchar el consejo de Dostojewski y confiar en Dios y en su
perdón. Ese perdón nos concede posibilidades nuevas para nuestra existencia y
nuestra historia. Apoyados en ese perdón podemos intentar de nuevo permanecer
en el camino del bien y del amor.