¿Qué hacer con una piedra?
Una
piedra es normalmente un material de construcción. Con ella levantamos
edificaciones. Pero una piedra se puede convertir en un instrumento de
agresión, en un arma de ataque. Con una piedra podemos herir a otras personas,
incluso quitarles la vida. Así era en tiempo de Jesús. Así sigue siendo todavía
en algunos lugares de nuestro mundo en los que se ejecuta a personas apedreándolas.
Se
cuenta que en lugar había una vez dos jóvenes amigos. Digamos que eran Pedro y
Juan. Eran amigos inseparables. Apenas había cosas que no hicieran juntos. Iban
a la escuela juntos y volvían de ella
también juntos. Juagaban al fútbol, estudiaban, se sentaban frente al ordenador
siempre juntos. Se defendían mutuamente cuando alguien sufría alguna censura
por otros compañeros.
Pero
un buen día pasó algo. Nadie sabe exactamente qué, quizás ellos tampoco.
Discutieron y se enzarzaron en una pelea. Y la amistad se tornó en enemistad.
Uno evitaba encontrarse y rozarse con el otro. No se dirigían la mirada y
cuando lo hacían era para intercambiarse un rostro desafiante.
Algunas
semanas después había llovido mucho en el lugar en el que vivían. Después de la
intensa lluvia salió el sol y los jóvenes se acercaban a la plaza. Allí estaban
Pedro y Juan. Cada uno en un extremo de la plaza, separados por un enorme
charco de agua. Pedro tomó una piedra en su mano y la levantaba en lo alto.
Juan pensó, "si éste me tira una piedra, yo le tiro otra", y se
agachó para coger otra piedra. Pero Pedro tiró la piedra hacia el centro del
charco. Se agachó tomó otra piedra y la tiró de nuevo al charco. Juan comenzó a
hacer lo mismo desde el otro extremo de la plaza. Después de un rato el charco
de agua había desaparecido bajo el montón de piedras que uno y otro habían
lanzado. Caminando sobre ellas se estrecharon la mano, y juntos marcharon de la
plaza.
Una
piedra. Material de construcción. O arma de agresión. O materia para hacer una
obra de arte como la que desarrollan los escultores. Lo que se haga con una
piedra lo decidimos nosotros. Lo decides tú y lo decido yo. Y no se trata sólo
de buenos sentimientos o buena voluntad. Se trata de compromiso. Es a lo que
nos llama el evangelio de este domingo.
Sed
buenos como Dios es bueno; sed santos como Dios es santo, nos dice Jesús en el evangelio de este domingo. No se trata de tener solo buenos sentimientos. Se trata de
comportarnos y relacionarnos con los otros de manera distinta a lo que nos pide
nuestras reacciones más elementales. Se trata de actuar de una manera distinta
a eso que decimos qué es "el comportamiento normal y lo hace todo el mundo".
Parece
normal la venganza, o al menos pagar con la misma moneda que nos han pagado a
nosotros. Pero no. Jesús nos pide un comportamiento nuevo. No devuelvas mal por
mal, no te dejes llevar por la venganza, ni siquiera cuando alguien te agrede
físicamente. Sé generoso aunque los demás no lo reconozcan ni tengan contigo un
comportamiento recíproco.
Jesús
no nos llama a la sumisión ni a la indiferencia que todo lo permite y todo lo tolera. Tenemos que
tener el valor de decir a otro la verdad. También cuando algo no sea justo o no
sea correcto. Dí al otro lo que no haga bien, o lo que te disgusta en su manera
de actuar. Pero no lo digas para humillarle o herirle. Díselo como amigo,
compañero y aliado.
Jesús
dice que no valen las reglas que vienen establecidas desde antiguo. "Dale
al otro con la misma moneda". "Si te agreden con violencia, reacciona
con la misma violencia" Se trata precisamente de romper la espiral de violencia; de
superar la injusticia. Es correcto tratar
bien a los amigos. Pero Jesús nos pide tratar igual de bien a los enemigos. De
este modo les estamos ofreciendo un camino para superar la enemistad.
Todo
esto comienza con pequeños pasos: saludar amablemente aquel con quienes tenemos
dificultades en la relación; mostrarnos
simpáticos y acogedores con quienes pensamos que lo son menos con nosotros.
Acercarnos poco a poco de nuevo a aquel
de quien nos habíamos distanciado.
Del
evangelio no se desprenden grandes reglas de organización social. El evangelio
nos llama a desarrollar actitudes que tienen enormes consecuencias en la vida
social. Nos llama a acercarnos permanentemente al otro. Hasta que los humanos
no aprendamos el arte de la cercanía y la relación, las armas no dejarán de
sonar definitivamente.
Una
piedra, pero también una mirada, una manera de pasar junto al otro, un palabra....
¿Qué son para nosotros? ¿Material de construcción? ¿Armas?