Homiía fiesta de San Juan bautista. 24 de junio de 2012


Aprender a vivir


Homilía en la fiesta del nacimiento de San Juan Bautista

Uno de los tipos de libros que leo con más interés no son novelas, ni obras históricas. Son las biografías. Es un género con el que aprendo y disfruto mucho. Me fascina el poder recorrer el camino personal de determinados personajes. Y  contemplar la evolución de su personalidad desde sus orígenes familiares, los años de formación. También comprobar que toda persona, por muy grandes obras que haya realizado, también tiene sus limitaciones y sombras.

En los estantes de mi habitación se encuentran bastantes obras de este género. Pero siempre he mantenido un principio. No adquirir obras de personas que todavía vivan. Y es que pienso que mientras alguien vive todavía puede hacer el gesto o la obra más importante de su vida, y en relación a la cual las obras anteriores pierden su significado.

Vistas así las cosas nos damos cuenta que el día del fallecimiento es para una persona el día en el que queda fijado para siempre el significado de su vida. Es el día en el que se completa su existencia. Por eso, en la liturgia y en la vida de la iglesia la fiesta de cada santo coincide con el día de su fallecimiento. De los santos recordamos sobre todo su muerte, porque con ella comienza la plenitud de su vida, comienza su encuentro con Dios. Porque ese día su existencia llega a su cumplimiento.

De Juan el bautista celebramos, sin embargo, el nacimiento, como ocurre en la fiesta de hoy. No celebramos el final de su vida, sino su comienzo. Lo hacemos así porque la persona de Juan bautista está unida a Cristo. Porque es la señal que indica que comienza una nueva etapa en la historia de la salvación. Por eso recordamos el principio de su vida y no su final.

Pero esta celebración también nos quiere decir quizás algo de nuestra vida cristiana. Dios actúa en nuestra vida no sólo al final, sino también al comienzo. Y Jesucristo, su presencia y su mensaje, pone un nuevo comienzo en la vida humana. Con Jesucristo Dios nos da una nueva vida, un nuevo comienzo. Por eso el nacimiento de Juan bautista es de alguna manera también nuestro nuevo nacimiento en la fe.

El sentido de la fiesta de este día es que con Jesús nuestra vida adquiere una nueva dirección y rumbo. Y que tenemos que aprender a vivir de nuevo a partir del evangelio la nueva vida de Dios. Jesús vino a llenar de plenitud y sentido la vida humana. Y esto no al final de nuestras vidas, sino al comienzo y en medio de nuestra vida. En cada amanecer tenemos que dejar que la vida del evangelio nos llene y transforme. Con Jesús tenemos que aprender de nuevo a vivir.