Solemnidad Jesucristo, rey del universo. 24 de noviembre de 2013


Jesucristo, rey del universo



Llamar a Cristo rey puede producir alguna confusión. En nuestra época esta palabra tiene solamente significado político. En tiempos de Jesús tenía también un significado religioso. En algunos libros de la Biblia podemos encontrar que el pueblo de Israel llamaba rey a Dios. Y lo hacía porque Dios es origen y creador del mundo. Y domina sobre el caos y las fuerzas del mal. Tras la resurrección, en la que Jesús vence a la muerte y el mal, se comienza a representarle como rey. Desde el punto de vista de la fe cristiana llamar rey a Cristo es equivalente a llamarle salvador.

En nuestra cultura cada vez se difuminan más los perfiles de la figura de Jesús. También los cristianos podemos olvidar algunos rasgos de su persona. La fiesta de hoy puede servir para recordar otra vez quién era Jesús.

Jesús es una de las grandes figuras de la humanidad. Tal y como nos lo presentan los evangelios no destacaba por la nobleza de sus orígenes ni por ocupar un puesto destacado en su sociedad. Procedía de una familia sencilla y no tenía apellidos de renombre. El nombre de Jesús es ya el programa de su misión. Significa Dios salva. Para los cristianos la salvación no consiste en vivir libres de problemas y dificultades. Consiste en contar en nuestra vida con la presencia de Dios. Por eso, el empeño principal de Jesús fue recordarnos que Dios viene a nuestra vida a poner en ella su perdón y su bondad. No quería otra cosa que abrir a las personas a Dios para que Dios sea la fuente de nuestra libertad y de nuestro amor.

La gran ocupación de Jesús es Dios y su Reino. Para Jesús Dios es más importante que el éxito profesional y la autorrealización personal. Por eso, no cayó en la tentación de cambiar la misión que había recibido de Dios por una vida cómoda. Habló palabras claras y evitó el sentimentalismo y la demagogia. No aspiraba a mandar, sólo quería servir. No le preocupaba la riqueza porque sabía que los bienes de Dios son más importantes que la cuenta corriente. No recurrió a la violencia ni a la fuerza para extender el Reino de Dios. Sabía que el mejor modo de acreditar su mensaje era con la fuerza de su propia convicción.


Jesús fue un hombre genial. Su persona estaba llena de Dios. Sus palabras y obras comunicaban vida divina. Por eso los primeros cristianos lo acogieron como el signo de la amistad y el amor de Dios para con nosotros. Jesús no quería admiradores, buscaba seguidores. No fundó un “club de fans”, convocó un grupo de discípulos. No aspiraba a recibir aplausos sino a que otros siguiéramos su camino y así nos llenáramos también de Dios. Su mensaje sólo se entiende del todo cuando es acogido puestos de pie y preparados para partir en busca del Reino de Dios. Quien acoge su mensaje sentado, aunque sea en el banco de una iglesia, no podrá nunca entenderlo del todo.