Lo primero en primer lugar
Una de las palabras más recurridas
en el lenguaje de la economía y la política es la palabra “prioridad”. Sirve
para designar aquello que hay que atender en primer lugar. Lo que tiene
preferencia.
No es fácil en la vida humana
distinguir lo prioritario de lo secundario, lo que tiene preferencia de lo que
va en segundo lugar. Es más, con cierta frecuencia alteramos el orden de las
cosas y damos importancia primera a cosas que son secundarias.
Jesús en el evangelio establece
prioridades que tienen validez para todos los creyentes. La prioridad es Dios y su Reino. Todo lo demás,
familia, estabilidad económica, reconocimiento social…siendo cosas importantes,
son secundarias o van en segundo lugar. Con esto no es que Jesús ponga unas
condiciones excesivas a quien quiera formar parte de su grupo. Tampoco que fije
un precio para conseguir la vida que promete. No es eso. Se trata de poner en
primer lugar lo que fundamenta la vida y que es el suelo sobre el que se
asientan los demás bienes. Es lo que nos recuerda en el evangelio de este domingo.
Quizás podamos entender mejor esto
si recurrimos a una imagen, la del compás. Cuando el compás está bien asentado
su trazado es firme y fiable. En cambio, cuando por alguna razón, está
desequilibrada la pierna de apoyo, el trazado es desigual y nos conduce a
error.
En la vida humana todo también
depende del lado sobre el que apoyemos los movimientos de nuestra vida. Si lo
hacemos sobre un suelo firme. Si nos encontramos bien asentados, nuestros movimientos
serán decididos y firmes.
Cuando Jesús recuerda la prioridad
del Reino de Dios es para dar estabilidad y firmeza a nuestra vida. Es para
poner un suelo sobre el que se asientan todas las demás realizaciones.
Que Dios nos ayude a mantener el
sentido de las cosas y a poner en primer lugar lo que es primero, y a postergar
a un lugar secundario las cosas que van después.