1 Domingo de Pascua. 8 de abril de 2012

El amor que crea vida


Para los cristianos el llamado triduo pascual, los días de la semana santa (jueves santo, viernes santo y domingo de pascua), aunque distintos, forman una unidad. La palabra que unifica estos tres días y que en los relatos del evangelio de estos tres días aparece es la palabra amor.

El jueves santo celebramos el amor entregado y regalado. El viernes santo el amor que duele y sufre, el amor sacrificado. El domingo de resurrección vuelve a aparecer la palabra amor. 

El amor según el evangelio de este domingo crea vida, da la vida. El amor de Dios nos hace vivir. Dios nos saca de la parálisis, del miedo y la resignación y nos envía dinamismo, movimiento, fuerza...

Así se nos muestra en el relato del evangelio de este domingo en el que María Magdalena sale corriendo a decir a Pedro y Juan que el sepulcro esta vacío. Y estos echan a correr hacia el sepulcro. Es un relato en el que la resurrección de Jesús es una noticia que se transmite de boca en boca de los discípulos y que los pone en movimiento.

La noticia de la resurrección la recibimos en la Iglesia por boca de otros creyentes. Esa noticia nos lleva a buscar por nosotros mismos, a salir hacia el sepulcro, a encontrarnos con el resucitado. La fe en la resurrección significa encontrarnos nosotros con el resucitado. Pero a ese encuentro somos llevados, somos animados y empujados por la palabra de otros que nos lo han anunciado antes.

A veces contemplamos lo que nos rodea resignados y paralizados. Ante acontecimientos del mundo, de nuestro entorno social, de nuestra vida personal..., decimos que no se puede hacer nada. Pero Dios y la fe nos empujan a ponernos en movimiento y salir corriendo a buscar nuevas posibilidades.

Cuando los discípulos llegan al sepulcro comprueban que está vacío. Perciben algo inesperado e inimaginable. Precisamente la fe nos lleva a abrirnos a las posibilidades de Dios. Los discípulos perciben que hay algo más que la sepultura de Jesús. El sepulcro vacío es el símbolo de una puerta que se abre en nuestra historia. Es la expresión que la vida se extiende más allá de la historia, se prolonga en la dimensión de Dios.

El amor de Dios realiza esa apertura y los discípulos confían en ello. 

La resurrección de Jesús es la expresión de un amor de Dios que crea vida, al que la Iglesia y los creyentes respondemos con nuestra confianza.