A todos los que leéis estas páginas, FELICES PASCUAS. Os deseo de todo corazón la alegría y esperanza que despierta Jesús resucitado.
Homilía Vigilia Pascual
Volved a Galilea
Un amigo mío cuando va al cine y ve una película que le gusta suele verla otra vez. Algunas películas las ha visto tres veces. Y si le ha gustado especialmente se la compra en video para verla libremente las veces que quiera.
Otro amigo dice que no entiende estas costumbres. Que es suficiente con ver las cosas una vez. Que es aburrido verlas de nuevo y más cuando ya se conoce la historia y el final.
Yo le digo que si nuestro amigo común ve la película varias veces no es por la película, ni la historia, no los actores. Es por las cosas que la película despierta en su vida. Por los efectos de paz, esperanza que le produce. Por los recuerdos que le despierta. De alguna manera la película ha dejado de ser para él un espectáculo para convertirse en parte de su vida.
Los cristianos cuando nos reunimos a celebrar la Pascua repetimos año tras año ritos que nos son muy conocidos, escuchamos lecturas que ya nos sabemos. Y sin embargo esa repetición tiene sentido para nosotros porque no estamos ante un espectáculo para ser contemplado, sino ante un hecho para ser vivido. La resurrección de Jesús es un hecho para ser vivido y no sólo para ser contemplado. Es importante que creamos que Jesús resucitó, pero más importante es que saquemos las consecuencias de esa resurrección para nuestra vida. En esta noche tenemos que preguntarnos que efectos produce en mi vida la resurrección de Jesús, en qué nos cambia la vida la resurrección de Jesús.
Una buena definición de la fe es que la fe es un arte de vivir. Es el arte de vivir del mismo modo que vivió Jesús. Y los cristianos tenemos en la resurrección la fuente de inspiración para realizar ese arte.
Durante el tiempo de Pascua tendremos tiempo suficiente para preguntarnos cómo vivir la resurrección. Los textos de la liturgia nos irán presentando distintos aspectos de la misma. Hoy quiero fijarme en uno de ellos.
En el evangelio Jesús resucitado dice dos veces que vayan a Galilea. Se lo dice a las mujeres y a los discípulos. Galilea es una región de Palestina de Israel que se pone muy bonita en primavera. Pero para los discípulos de Jesús Galilea es algo más que un lugar y una región. Es el lugar donde Jesús comenzó su misión y su compromiso por el reino. Volver a Galilea es volver a los comienzos, a los orígenes. Ese es un sentido de la resurrección de Jesús. Dios con la resurrección de Jesús nos da un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. Nos manda que retomemos tareas que hemos dejado a medias, ilusiones que se nos han ido perdiendo por el camino.
En esta noche tenemos que preguntarnos donde está nuestra Galilea personal. Puede ser que en nuestras relaciones hayamos sido heridos alguna vez y nos cueste perdonar a los otros. Galilea es ese lugar. Puede ser que en nuestra vida familiar hayamos perdido energía, las ganas de servir y de entregarnos. Galilea es ese lugar. Puede ser que en nuestra vida profesional... Galilea ese ese lugar.
Esta noche tenemos que preguntarnos por nuestra Galilea y tener el valor de ira allí. Y tenemos que hacerlo con alegría y confianza, en la seguridad que Jesús va delante de nosotros para ayudarnos con su espíritu a que sigamos perdonando allí donde nuestro orgullo y amor propio nos lo pone difícil, que sigamos amando allí donde el egoísmo nos tiene apresados.
Porque Jesús va delante de nosotros a Galilea, felices pascuas y aleluya.