Homilía Jueves Santo. 21 de abril 2011

Homilía del Jueves Santo

LAVAR LOS PIES
Hoy escucharemos en el evangelio que Jesús lava los pies de sus discípulos. En muchas iglesias y celebraciones asistiremos al rito del lavatorio de los pies. El sacerdote lava los pies a algunos fieles, recordando de este modo lo que Jesús hizo con sus discípulos antes de cenar.

El rito del lavatorio de los pies parece interrumpir el transcurso normal de nuestras celebraciones eucarísticas. De repente en mitad de la solemnidad de la celebración del Jueves Santo, interrumpimos la celebración para acoger un rito que tiene que ver con la higiene y la hospitalidad, que más que hablarnos de Dios nos habla de las relaciones interhumanas. 

Pero precisamente este es el mensaje del Jueves Santo. Dios, el Dios de Jesús, no tiene que ver con las alturas celestiales. El Dios de Jesús tiene que ver con los pies en la tierra, con nuestras relaciones, con la hospitalidad y la acogida.

En el lavatorio de los pies Jesús nos enseña que el amor no es sólo un bello sentimiento romántico. El amor tiene que ver con el servicio y la entrega al otro. El amor tiene que ver con preocuparse por el bienestar de los demás. Con el gesto de lavar los pies a otros Jesús asume el puesto del esclavo, del servidor. En tiempos de Jesús eran los esclavos los que lavaban los pies a los huéspedes que llegaban a la comida tras recorrer caminos polvorientos. Jesús vino a nuestra historia a servirnos y por eso es prueba del amor de Dios.

Para sentarnos a una mesa a comer en común, debemos asearnos, acudir presentables ante los otros. Debemos eliminar y evitar lo que desagrada o daña el encuentro y la relación. Jesús al lavarnos los pies, expresa que quiere eliminar de la humanidad lo que nos impide sentarnos en común. Lo que no nos deja tratarnos como hermanos. Jesús nos limpia y purifica de nuestros pecados. Hay que ser humildes para lavar los pies a otros. Pero también se necesita humildad para dejar que otro nos limpie los pies.

El gesto del lavatorio de los pies expresa con toda fuerza el sentido de la eucaristía. La eucaristía es un servicio en el amor. En ella Dios viene a nuestro encuentro como el que sirve. Y nos pide que también nosotros hagamos lo mismo. 

La verdad de nuestra fe se prueba en estar dispuesto en lavar los pies a otros. En no mirar  a los otros de arriba abajo, esperando que sean ellos los que se acerquen, los que den el primer paso, los que perdonen o pidan perdón...La fe nos pide que miremos de abajo arriba. Que demos el primer paso, que perdonemos.