Homilía tercer domingo de cuaresma
Ciclo A. Jn 4, 5-42
Encontrando la propia verdad
La vida humana también lo es de decepciones y desilusiones. Las que más duelen es las que unos seres humanos causan a otros seres humanos.
Hace unos días me contaban que un hombre tuvo un accidente de tráfico. Estuvo muy grave en el hospital. Su estancia allí se prolongo durante más de medio año. En todo este tiempo su mujer no dejó de pasar un día junto a él. Cuando sanó dijo que quería empezar una nueva vida y que se iba de casa. Se marchó a vivir con su hermana, también divorciada. A la mujer y a sus hijas les dejó la hipoteca de la casa y otras muchas deudas. Su mujer dice que no entiende nada. La hija mayor es más dura: dice que no quiere saber nada de ese...
Estaban viendo la televisión. Llevaban cinco años de matrimonio y tenían un hijo en común. De repente él dijo que se iba de casa. Que había encontrado otra mujer más guapa y lista que tú. Cuando me lo dijo la mujer afectada se me paralizó la respiración. ¡Qué innecesariamente crueles podemos ser los seres humanos en ocasiones!
Los seres humanos sufrimos la decepción de otros seres humanos. Hay amigos que no mantienen lo que han prometido. Hay relaciones que se rompen por una pequeñez. En esos casos las personas son condenadas a la soledad y la desconfianza. Y es entonces cuando preguntamos ¿dónde está Dios? ¿Cómo un padre bueno nos pudo hacer con esta capacidad de daño y de maldad?
Es fácil hacerse esas preguntas y difícil es responderlas.
La Biblia contiene también muchos relatos de las decepciones humanas. Incluso Jesús sufrió la traición de uno de los suyos. Traicionado por un puñado de sucias monedas y para colmo la señal de la traición fue la expresión más grande del amor: un beso. Estas historias de la Biblia son algo más que expresión de la tragedia de la vida. Traen también una enseñanza de fe.
En el evangelio de este domingo Jesús se encuentra con una mujer junto a una fuente. Ella también lleva la marca de la decepción. Ha tenido cinco maridos, y ahora vive con un hombre que no es su marido. Es una vida en búsqueda con relaciones rotas. Y esta mujer como es hoy corriente no reconoce su deseo más profundo. Lo esconde en un : "todo es OK", "todo va bien". Esconde la oscuridad de su vida y esa es la forma de dominar su vida.
Pero para Jesús esta es la forma de echar a perder la vida. Jesús le dice. Vete a buscar tu marido. Y ella quiere permanecer en la oscuridad. No tengo marido. Pero Jesús le revela la verdad de su vida, "has tenido cinco maridos, y este no es tu marido". Y la mujer parece feliz de haber encontrado a alguien que la ve en su verdad. Que no acepta sus mentiras. Alguien que la libera de la mentira y la hace entrar en la verdad. Por eso este hombre lleva a la mujer a la fuente de la vida.
También nuestras decepciones son oportunidad para encontrarnos con la verdad, para encontrar la fuente de la vida. Quizás al final podamos decir como Ana Frank, que en la oscuridad de su vida decía: "y a pesar de todo creo en la bondad de la gente."
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