Fe por gratitud
Alguien me preguntó hace no mucho tiempo ¿por qué hablas de Dios? ¿por qué vas a misa? ¿por qué tienes fe? Podríamos añadir también a esta pregunta: ¿por qué permaneces en la Iglesia? En la sociedad secularizada en la que vivimos es una pregunta que siempre alguien nos ha dirigido. Hace algunos años la respuesta a ese tipo de preguntas solía ser: porque Dios nos recomprensará nuestra condcuta religiosa y castigaría nuestra indiferencia. Hoy día no podemos responder de esta manera. Hoy día henos aprendido que el Dios de Jesús no castiga de esa manera; es un Dios bueno que deja salir el sol sobre los que van a misa y los que no van; es un Dios que ofrece su gracia a todos.
Me parece que el evangelio de este domingo nos da una clave para encontrar una respuesta correcta a esas preguntas. Jesús sana a 10 enfermos y solamente uno de ellos da la vuelta para dar las gracias a Jesús. Así sucede en nuestra relación con Dios. Nos ha dado la vida a todos, nos ha regalado el planeta hermoso en el que vivimos, nos da la posibilidad de desarrollar una vida en libertad y fraternidad...Dios da todo a todos, pero sólo algunos giran la cabeza para reconocer sus bienes y expresar gratitud.
El origen de nuestra fe es la gratitud. Ser agradecido consiste en saber girar la cabeza y mirar hacia atrás, en ir al encuentro de quienes confiaron en nosotros, nos ayudaron, hicieron algo por nuestro desarrollo...La gratitud es un gesto que nos humaniza y además nos hace disfrutar dos veces de la cosas. La gratitud, o la fe que es lo mismo, nos lleva a profundizar en el sentido de las cosas y reconocer que todo lo bueno que tenemos no es resultado de la casualidad, el destino o el capricho de la vida. Todo lo que tenemos es resultado de un Dios que nos quiere y nos salva. Sostenidos en ese amor la vida es menos dura y sabe mejor. Quien ha tenido conciencia del sabor de Dios no puede dejar de estar agradecido, de vivir la fe, que es lo mismo.
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