La vida es de los que insisten
Hace unos días me encontré con unos padres que habían hecho lo imposible por venir desde Argentina a la feria del libro de Franckfurt, en Alemania, acompañando a su hijo. Este año el país invitado en la feria era su patria, y pensaban que no podían dejar de pasar la oportunidad para presentar los escritos del joven a alguna editorial. Habían ahorrado algo de dinero a costa de algunas renuncias; tuvieron paciencia para conseguir en los laberintos burocráticos de su país el visado de entrada a Europa; tuvieron habilidad para superar dificultades de última hora con el transporte y el alojamiento, y cuando estaban listos para entrar en la feria apareció un nuevo problema. A las puertas de entrada les hicieron saber que los tres primeros días laferia estaba reservada para los profesionales de la edición, y que si no tenían la certificación de una empresa no podían entrar. Pero tampoco se rindieron. Pidieron a los bedeles de la entrada si podían hablar con algún encargado. Expusieron su situación, y después de una llamada el responsable de esa sección, les comunicó que, puesto que habían hecho un viaje tan largo y ese año el país invitado era Argentina, harían una excepción y les permitirían el acceso.
Cuando me lo contaban en un hotel en el que coincidimos no pude menos de asombrarme. En primer lugar por encontrarme con unos padres que creían y confiaban en su hijo. Ante sus escritos literarios no le dijeron que eso eran cosas de juventud que se pasan con la edad; no le recriminaron su afición literaria aconsejándole que buscara estudios más útiles En segundo lugar por ser personas que sabían manejar el arte de la insistencia.
En el evangelio de este domingo Jesús también nos llama a manejar el arte de la insistencia. Nos presenta una mujer que insiste ante un juez injusto para que le haga justicia. El juez atiende su petición, al menos para perderla de vista. Jesús dice a sus discípulos que Dios hará justicia, pero se pregunta si encontrará a personas que sepan mantener la insistencia de la mujer.
En nuestra reflexión nos podemos preguntar ¿qué es lo que se encuentra en la base de la insistencia? Sin duda la convicción de que uno tiene razón; el convencimiento de que lo que se solicita es justo y adecuado; la confianza en que lo que uno va a presentar es valioso. Para Jesús la mujer de la parábola es modelo de fe. Y por fe en este evangelio se entiende el convencimiento. Tenemos que preguntarnos ¿estamos convencidos que el evangelio es algo valiosos para la vida humana? ¿tenemos el convencimiento que Dios hará justicia a los inocentes? Si la respuesta es positiva, la fuerza de la fe nos llevará a insistir una y otra vez, hasta que en nuestra vida surja aquello que en la fe esperamos. Nos los promete Jesús y nos lo dice la experiencia: La vida es de los que insisten y para insistir hace falta convicción y fe.
No sé lo que el futuro deparará a Alexis C. R. Elisandro (el joven de la anécdota). Alguna editorial española, y de las buenas, se interesó por sus escritos. Quizás sus padres han facilitado los primeros pasos de un buen poeta que en el futuro alcanzará un renombre internacional. No sé lo que traerá el futuro. Pero en el presente los padres han mostrado que confiaban en su hijo. Realizar y expresar esa confianza merece un viaje de Argentina a Alemania.
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