Homilía 3 domingo. Tiempo Ordinario Ciclo C.. 27 de enero de 2013. Lc 1, 1-4; 4, 14-21


El “hoy” de Dios



En castellano solemos decir “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Es un refrán que nos llama a no postergar tareas y asuntos; a ser resolutivos; a afrontar despiertos y con valentía las tareas de cada día, sacudiéndonos la pereza que nos lleva a dejar las cosas para más adelante. Es un consejo sabio que nos ayuda a vivir el ahora como lo único que realmente tenemos. Ante un presente desagradable existe la tentación de refugiarnos en el pasado. O de huir hacia un futuro mejor que de momento sólo existe en la imaginación.

Jesús y el evangelio nos ayudan a mirar el “hoy” de frente. Es una de las palabras claves en el evangelio de este domingo. Jesús llega a la Sinagoga, lee el texto del profeta Isaías en el que se anuncia la llegada de la liberación y termina proclamando: “Hoy se cumple está palabra”.

El hoy de Jesús no se refiere solamente al presente en el que Él vivió, y que para nosotros es “ayer”. Tampoco sitúa la llegada de la liberación en un futuro que nos aguarda pero que todavía no es presente. Jesús dice que la liberación llega “hoy”. Y ese ahora dura hasta nuestros días; se prolonga hasta el presente en el que nos encontramos.

“Hoy” -nos dice Jesús- es el momento adecuado para que Dios irrumpa en nuestras vidas. Y nos llene de su paz, alegría y fuerza. Dios puede irrumpir en nuestra vida por los caminos que la iglesia siempre ha mostrado: por la escucha de su palabra; por la oración; por la participación en la celebración de la Eucaristía; por el murmullo de nuestra conciencia que nos llama a hacer el bien.

El “hoy” de Jesús es el “hoy” de Dios, que es presencia continua y permanente. Por eso la fuerza de aquel “hoy” de Jesús se extiende hasta nuestros días. Y los pobres, presos y ciegos del tiempo de Jesús también somos nosotros. Pobres porque carecemos de plenitud de vida; de humanidad plena… Presos porque a veces nos dejamos atrapar por la mentira, las apariencias, el afán por el dinero…Ciegos porque no siempre sabemos reconocer nuestra situación verdadera… Como humanidad necesitamos transformarnos para que entre nosotros hay menos injusticia, menos corrupción…Para que podamos vencer el hambre y el subdesarrollo, la marginación y la violencia…

Todos sabemos que, para que nuestro mundo cambio primero tiene que cambiar el ser humano. La posibilidad de ese cambio en nuestra vida comienza en el “hoy” de Jesús. En el encuentro con Él recibimos la misericordia y el perdón. Su fuerza que disuelve nuestros miedos. Su acogida que nos hace ganar confianza.

Hoy Dios llega a tu vida, recíbelo como al mejor amigo y compañero de camino.