Homilía 2º domingo de Pascua. Ciclo C. 7 de abril de 2013. Jm 20, 24-25


Fe palpable



Tomás el apóstol no tiene buena fama. Se le suele presentar como el desconfiado y el incrédulo. Como quien permanece en su cerrazón de no aceptar la resurrección de Jesús cuando todos los demás discípulos lo daban ya como un hecho. Y sin embargo, la actitud de Tomás no nos tiene que resultar tan extraña. En cierta medida personifica una parte de nosotros mismos. La que duda y se interroga sobre la autenticidad de nuestra fe.

Aunque la expresión de Tomás resulte exagerada por su deseo de  introducir los dedos en las llagas del resucitado, su demanda no deja de expresar una realidad. Y es que la fe necesita puntos de apoyo. La fe no es un castillo en el aire. Se asienta en una vivencia, en una forma de experiencia. Es cierto que la fe no se levanta sobre una evidencia. Como por otra parte nada que se corresponda con el ámbito relacional del ser humano puede contar con evidencias. Ni la amistad, ni el amor, ni el apoyo de determinadas personas, están garantizados con una certeza irrefutable. Pero nuestras relaciones se sostienen sobre indicios y huellas. También la fe se edifica sobre indicios. También nuestra fe es en cierta medida palpable.

Indicios de la fe hay varios y de diversos tipos. Entre ellos resalta la bondad que existe en el corazón humano y que se refleja en las relaciones con los demás. Que en la vida humana haya bondad, desinterés, generosidad…, aunque sea de manera fragmentaria e interrumpida, es uno de los mayores signos de la presencia de Dios.

En el evangelio de este domingo se nos presentan además otras dos huellas importantes de la presencia Dios. La primera: que la comunidad de discípulos no rechaza a Tomás cuando expresa sus dudas. Tomás es acogido en el grupo y es aceptado con sus interrogantes y dificultades. La comunidad es tan fuerte en su fe que tiene sitio para las dudas de Tomás.

En segundo lugar: Jesús se adelanta a las dudas de Tomás y él mismo es el que ofrece la posibilidad de palpar su resurrección. Dios no se desentiende de la búsqueda y el interrogar humano si éste es honesto y sincero. La búsqueda puede ser larga. Tomás necesitó una semana; otras personas necesitan años; algunos toda una vida. Pero al final, Dios siempre se encuentra con sus criaturas