COMPROMETER LA VIDA
Se cuenta que a una ciudad llego un
acróbata. Ofrecía en sus calles un espectáculo que consistía en caminar sobre
un hilo de acero tensado en lo alto de la calle sobre dos postes de la luz
eléctrica. A medida que avanzaba el espectáculo
sus pasos eran más arriesgados (caminaba solamente sobre un pie, daba pequeños
saltos, bailaba…). Siempre finalizaba trayendo una carretilla cuya rueda se
deslizaba por el hilo de acero como un raíl. El artista preguntaba: “¿Piensan
que voy a ser capaza de mover la carretilla de un lado para otro?” Los
espectadores gritaban: “Sííiiiiiii”. El artista se paraba pensativo y los
espectadores permanecían atentos. Uno del público grita: “¡Vamos, continúa, no
te hagas de rogar! El artista se dirige al que gritaba y le pregunta: “Usted
¿está dispuesto a sentarse sobre el carretillo?” A lo que el hombre le
responde: “No, de eso nada.”
Aunque los espectadores animan a que el artista se arriesgue cada vez más
ellos no están dispuestos a compartir su suerte. No están dispuestos a
arriesgarse con él. Se puede decir que quieren tener una sensación sin tener
que arriesgarse ni exponerse ellos mismos.
Esta historia nos puede servir para explicar qué es la confianza. Quien
realmente confía en otra persona se entrega de la mano a ella y abandona su
suerte en aquel en quien tiene confianza sin poder predecir de antemano si su
apuesta tendrá un buen o un mal resultado.
En la vida humana hay distintos niveles de confianza. Normalmente confiamos
en otras personas en lo referente a un aspecto concreto de nuestra existencia.
Y sólo a muy pocas personas entregamos nuestra confianza por entero dándonos
totalmente a ellos. De este modo una confianza parcial es la que tenemos en que
el conductor del autobús sepa conducir correctamente. O Confiamos que las
personas que nos cruzamos por la calle no nos vayan a agredir o que el
comerciante que nos atiende en la tienda no nos vaya a engañar. Pero a pocas
personas abrimos por entero nuestra intimidad y por pocas nos dejamos guiar en
todos los aspectos de nuestra vida. Estas personas han ganado nuestra confianza
porque su persona aparece sobre nosotros como una promesa de vida. Porque su
presencia no constituye una amenaza sino que nos procura protección y fomenta
nuestra desarrollo.
Jesús vino a nuestro mundo para traernos la vida de Dios. Su presencia
fomenta el desarrollo de nuestra vida y sus palabras apuntan a nueva vida. Por
eso su persona y sus palabras resuenan como una promesa en la que confiar. A
esa vida accedemos cuando confiamos en Él, cuando le abrimos nuestra vida y
entregamos nuestra persona a sus palabras. Por eso el evangelio de este domingo
nos presenta a un Jesús que pide la confianza de sus discípulos. Jesús les pide
que remprendan la navegación y echen las redes. Y aunque su experiencia les
dice que no tiene sentido intentarlo de nuevo después de haber estado toda la
noche pescando sin resultado, la palabra
de Jesús es más fuerte que su desconfianza. Y haciendo lo que Jesús les pide
llenan las redes de pescado.
En la vida de fe se trata de salir y partir del mundo en el que nos
encontramos para entrar en la vida de Dios, que es una vida de abundancia y
plenitud. Jesús no nos indica solamente una nueva vida. Él mismo la vivió antes.
Nos precedió en esa vida de Dios.
Igual que los espectadores de la historia Jesús ha despertado admiración en
sus contemporáneos y en muchas personas. Pero sólo con la admiración no se
cambian las cosas. Quien no se comprometa con Jesús arriesgándose a perder algo
se perderá la nueva vida. Jesús no quiere admiradores sino seguidores. No ha
fundado un club de fans sino una comunidad de seguidores. Lo que distingue a un
admirador de un seguidor es que este último sabe que la persona a la que admira
compromete la propia vida. La diferencia está en el compromiso. Cuando Jesús en
el evangelio de Dios dice a sus discípulos que los hará pescadores de hombres,
les está pidiendo el compromiso con su persona. Quien confía en la palabra de
Jesús es conducido del lugar en el que se encuentra ahora a una nueva tierra de
vida y plenitud.