La fiesta de la familia de Dios
Con cierta frecuencia ocurre que la grandeza del ser humano no la manifiestan los grandes personajes de la historia sino aquellos que llevan una vida discreta y oculta, que sin ningún aspaviento viven honrada y agradecidamente, ayudan a los demás, y saben dar de lo suyo a quienes tienen más necesidades.
Por eso, en la fiesta de hoy celebramos que la santidad no la expresan solamente las grandes figuras de la historia de la Iglesia sino también muchos creyentes que han llevado una vida oculta para el gran público.
En la biblia la santidad es uno de los atributos principales de Dios y es uno de los temas principales en los escritos del profeta Isaías. A él le debemos la aclamación que pronunciamos en la liturgia de la Eucaristía (Is 6,3). A menudo asociamos la santidad con la perfección del ser de Dios, pero en el lenguaje bíblico la santidad se suele poner en relación con la misericordia. Y también con su integridad de vida que se expresa en la fidelidad a Israel. Dios es santo porque es misericordioso y fiel.
La santidad humana es reflejo de la santidad de Dios. Por eso la santidad humana también consiste en integridad de vida. En misericordia y fidelidad.
La fiesta de todos los santos es la fiesta de la familia de Dios. Es la fiesta de quienes en la fe se han asociado a Dios y se han dejado transparentar por su amor. Es la fiesta de tantas personas buenas que han pasado por nuestra vida dejando la huella de la sinceridad, de la honestidad, de la servicialidad.
De alguna manera la fiesta de todos los santos es también nuestra fiesta. La de quienes en la fe nos unimos a Dios. En esta fiesta de la familia de Dios quienes han vivido en la fe antes que nosotros nos dejan un mensaje. Nos dicen que vayamos por nuestro camino confiando en Dios y siendo fieles al bien.