Lo que Dios nos confía
Imaginaros que en un concurso ganáis el siguiente premio. Cada mañana un banco ingresará en vuestra cuenta 1.440 dólares. Como todo premio éste también tiene sus reglas. El dinero lo tenéis que utilizar para gastarlo. No lo podéis acumular ni transferir a otra cuenta. Al final del día se os retirará lo que no hayáis gastado. A la mañana siguiente, al comenzar el nuevo día se, os ingresará de nuevo 1.440 dólares. La segunda regla dice que el premio puede ser retirado un día sin avisar previamente.
¿Qué haríamos cada uno de nosotros con el premio? Seguro que compraríamos todo lo que necesitáramo. Y no sólo para nosotros. También para las personas que queremos. Incluso a lo mejor hasta ayudábamos a alguna institución caritativa.
Este premio no es un cuento. Es realidad. Cada día recibimos 1.440 minutos para utilizarlos como queramos. Los que no utilicemos se perderán para siempre. ¿Qué hacemos con nuestros 1440 minutos diarios? Es hora de empezar a vivir de verdad.
En el evangelio de este domingo escuchamos la parábola de los talentos. Un hombre al ir de viaje reparte su fortuna entre sus servidores. Dos de ellos se arriesgan e invierten lo que les han dado. Otro, por miedo, esconde lo recibido. Al regreso el amo pide cuentas a los servidores y expulsa al que por miedo no ha hecho crecer lo que le había entregado.
En esta narración Jesús nos recuerda lo mucho que hemos recibido en la vida. Según cálculos de los biblistas un talento es el equivalente a 21 kilos de plata y con ello se quiere decir que es impagable lo que Dios nos ha confiado. Un servidor de la parábola no toma en serio esa confianza y por miedo esconde lo recibido.
Dios nos ha confiado mucho. Nos ha confiado el tiempo de nuestra vida y pide que lo empleemos bien y que no lo estropeemos en tonterías. O que por miedo lo escondamos. El miedo, con mucha frecuencia nos paraliza e impide que actuemos. El miedo es un mecanismo de defensa que nos advierte de un peligro. Pero si nos dejamos llevar por ese miedo cerraremos todas nuestras perspectivas de desarrollo y de futuro.
Nos puede asustar el final de la parábola en la que Dios pide cuentas de lo que nos ha confiado. Pero esta parábola no fue dicha para meter miedo sino para llamar a la responsabilidad y a la confianza. Una confianza que nos permita arriesgar para crecer en vez de escondernos asustados.
Nuestra vida es un gran regalo. Y si Dios me hace ese regalo es porque para Él soy muy importante. Ante Dios no tengo que ganarme su aprecio o mostrar el valor de mi persona. Dios me ama como soy y no tengo que demostrarle nada para recibir su apoyo. Esa confianza me da fuerzas para superar el miedo en la vida y arriesgarme empañándome en el crecimiento de lo que soy.
Dios nos ama tanto que también nos ha confiado otras personas que están cerca de nosotros para les ayudemos a crecer.
Tenemos que preguntarnos en la vida si sabemos los talentos que hemos recibido de Dios y si nos apoyamos en esa confianza de Dios para superar nuestros miedos y arriesgarnos a crecer.