Homilía Nochebuena/Navidad 24/25 diciembre 2009


 Navidad en la trinchera

En el mes de diciembre de 1914, ingleses y alemanes luchaban enfrentados en trincheras. Aquella nochebuena de 1914 el ambiente era frío y neblinoso. De pronto, los ingleses se inquietaron al ver las luces que se movían en las trincheras enemigas. Poco después, llegaba hasta ellos la melodía de un canto. Los soldados alemanes estaban cantando "Noche de paz". Al terminar, los ingleses respondieron al canto entonando, "Oh, blanca navidad". De modo alterno, unos y otros estuvieron cantando por espacio de una hora. Después, un alemán dio un salto de su trinchera, cruzó la tierra de nadie y se fue a la trinchera enemiga. Cuando llegó dijo:Yo soy sajón, vosotros anglosajones, ¿por qué nos combatimos unos a otros? Después de intercambiar algunas frases, regresó a su trinchera. Habían acordado una tregua en el combate.
Algunos años después un combatiente inglés comentaba el suceso diciendo: “Aquella noche había actuado un espíritu más fuerte que la guerra”.

La noticia de la tregua llegó pronto a los comandantes de una y otra parte. No podían aceptar el gesto, pues temían que si se extendía pudiera acabar con la guerra. Dieron orden de seguir combatiendo, pero la tregua duró todavía unos días más. La presión de los comandantes fue mayor y las amenazas de consejos de guerra colectivos acabaron con la tregua. Si los soldados hubieran podido satisfacer sus anhelos de paz y la tregua se hubiera extendido en paz definitiva, habrían podido salvar la vida nueve millones de hombres. Un soldado inglés, que había vivido aquella noche, y que murió anciano a los 85 años de edad, decía que no podía escuchar el "Noche de paz" sin que sus ojos se llenaran de lágrimas…No podía olvidarse de los soldados alemanes con los que había intercambiado unas palabras y a los que tuvo que disparar de nuevo pocos días después.

La navidad, celebración hermosa y emotiva, también tiene sus críticos. Hay quienes dicen que no le gustan estas fiestas. Y de alguna manera todos nos preguntamos por su significado y alcance. ¿Qué sentido tiene que en estos días se nos llene la boca de deseos de paz, si una vez acabadas las fiestas seguimos con nuestras rencillas y nuestros desencuentros? ¿Qué sentido tiene que en estas fechas felicitemos a personas con las que no tenemos contacto desde hace años? ¿Qué sentido tienen nuestros cantos, nuestras comidas, nuestras celebraciones…si resulta que nos cambian poco la vida? Es verdad. Hay que reconocer que la celebración de la Navidad no cambia mucho nuestra vida. Es cierto que cuando los belenes se guardan, las luces de colores se apagan, la ilusión del regalo desparece…nuestra vida continúa igual.

La navidad no cambia la vida. Pero la navidad establece un nuevo comienzo, un nuevo punto de partida. Siguiendo con la idea de la historia que se recoge en la presentación, la navidad es una tregua. Es la tregua de Dios. Es un tiempo que interrumpe nuestra vida cotidiana con sus tristezas, su falta de ilusión, sus rencillas y resentimientos. Es una tregua en la que suena otra música. Una música que nos puede empujar a salir al encuentro de los otros. De aquellos con los que nos hemos distanciado, de aquellos a los que debiéramos querer más, de aquellos a los que marginamos. La tregua no es la paz definitiva, pero puede ser el comienzo de la paz.

La tregua, un nuevo comienzo, suele empezar con una palabra. ¡Lo que puede conseguir una palabra! Si nos diéramos cuenta de ello seguro que no diríamos determinadas cosas. En nuestras relaciones con los otros, con mucha frecuencia los sufrimientos y las heridas comienzan con una palabra. En otras ocasiones nos ha faltado la palabra oportuna. Si la hubiéramos tenido probablemente hubiéramos impedido que las cosas transcurrieran de un modo determinado.

En el evangelio se nos dice que en el principio era la palabra. Dios habló y surgió el mundo. Un mundo bueno. Dios habló y nos llamó a la vida. Una vida que puede contener todo lo que para nosotros es bueno. Dios envió su palabra entre nosotros. Y su palabra acompaña desde entonces nuestra existencia. Cuando Dios habla establece un comienzo. En la navidad Dios habla y dice: “vamos a hacer un mundo nuevo haciendo nuevo al ser humano”.

Dios establece una tregua, un comienzo. De nosotros depende continuarlo. Dios nos ha dado una boca para hablar. No sólo para hablar de los otros sino sobre todo, para hablar con ellos y dirigirnos a ellos. Dios nos ha dado una boca para que hagamos nuestro el nuevo comienzo que nos da, para que aprovechemos la tregua. El nuevo comienzo que Dios nos ha dado en la navidad nosotros lo podemos continuar en nuestro mundo, en nuestra ciudad, en nuestras casas, en nuestros lugares de trabajo. Dios se hace hombre para llamarnos a ser plenamente humanos. Y para desarrollar lo humano en nuestros lugares de vida solamente, se nos pide decir una palabra. Una palabra sincera, una palabra de perdón, una palabra amable, una palabra de acogida

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