Homilía 21 domingo tiempo ordinario. Ciclo A. Mt 16, 13-20. 22 de agosto 2011


Homilía 21 domingo tiempo ordinario

La pregunta del apuro

En encuentros con otras personas existe lo que llamo la pregunta del apuro, que es  esa  pregunta que nos implica personalmente. Es cuando alguien nos dice: "todo lo que usted nos ha dicho está muy bien...pero ¿y usted cómo lo vive? ¿cómo lo lleva a la práctica?" 

La pregunta del apuro es aquella que no se dirige a nuestras opiniones sino que pregunta por nuestro compromiso, por nuestras actitudes y acciones.

Esa es también la pregunta que Jesús les dirige a sus discípulos en el evangelio de este domingo. No les pregunta por lo que otros dicen de Jesús. No les pregunta esperando que le den la respuesta del catecismo o del libro de teología. Les pregunta por lo que ellos viven. La pregunta de Jesús: ¿Y vosotros quién decís que soy yo? se podría traducir por: "¿Qué papel juego en vuestra vida? ¿Que significado tengo en vuestra existencia?"

La pregunta de Jesús nos acompaña siempre y nunca acabamos de responder porque es una pregunta que nos interroga por nuestra relación personal con Jesús. 

Yo no puedo responder por vosotros pero sí puedo indicar el marco de la respuesta.

  • Jesús es Dios hecho hombre. La encarnación de Dios en la humanidad de Jesús es lo que siempre más costado aceptar en la historia de la humanidad. Es un escándalo. Pero también es la buena noticia del evangelio. En Jesús Dios comunica su vida a la humanidad. En Jesús la humanidad puede recibir la vida de Dios. En Jesús la vida de Dios se comunica y actúa en nosotros. 
  • Jesús es el enviado para recomponer y enderezar mi humanidad. Jesús es el salvador porque es el que recompone mi humanidad. Jesús recompone mi humanidad descubriendo mi dimensión de pecado. En nuestra vida el contacto con personas buenas nos hace a nosotros buenos. Cuando nos topamos con una persona buena de verdad, descubrimos que nosotros no lo somos tanto. Cuando nos encontramos con Jesús, con sus actitudes de misericordia, de compasión y de amor, nos vemos confrontados con Alguien que es más compasivo y bondadoso que nosotros. Ese encuentro nos hace descubrir nuestra dimensión de pecado y ese descubrimiento opera ya la salvación en nosotros porque nos llama a ser mejores. Nos llama al amor y a la bonadad. 
  • Jesús es camino verdad y vida. No es un camino que anule mi camino personal, sino que lo incluye. La humanidad de Jesús quiere decir que Jesús incorpora en sí mismo todo camino humano, también el mío. Jesús es vida porque es la vida de Dios comunicada. Jesús es verdad pero no se trata de una verdad teórica, sino de una verdad que es orientación para la vida humana.

Benedicto XVI, el Papa de la alegría

Benedicto XVI, el Papa de la alegría

Bienvenido a España, Santidad

El Papa Benedicto XVI está en España. Se va a encontrar en Madrid lo que todos los que estamos allí en esta semana nos hemos encontrado: un centro de la ciudad en estado de alegría. Es impresionante el número de jóvenes, venidos de todo el mundo, que con camisetas, gorros y banderas de la Jornada Mundial de la Juventud, caminan por las calles del centro de la capital de España. Cantan, bailan, hablan alto, sonríen, entran en iglesias y templos a rezar...Y todo lo hacen con la naturalidad y la alegría de la juventud. Lo dicho, un centro de la ciudad en estado de alegría. 

Unos pocos quieren aguarla con lo de siempre: insultos al papa y a la iglesia, y...con un montón de demagogia: que si el Papa debe ir a Somalia, que menos rezar y más trabajo para los parados...Como si a la Iglesia, la institución que más hace por los pobres en todo el mundo, hubiera que recordarle dónde está el sufrimiento humano.

Benedicto XVI es el Papa de la alegría. Es un tema constante en sus escritos en la época de profesor de teología. Lo es también en sus discursos como Papa. La alegría es una característica del creyente. Lo es porque ha encontrado su fuente: un Dios que sostiene la vida humana. Una alegría, por supuesto, que pasa por mirar y acoger la cruz de Jesús, y en ella el propio dolor y el ajeno.

Este Papa va a conectar y mucho con esta juventud alegre que alegra la ciudad de Madrid. Mucho se ha dicho de los resultados de la Jornada Mundial de la Juventud. Se espera un rejuvenecimiento de la imagen de la iglesia, aumento de vocaciones religiosas, sacerdotales y laicales, el reforzamiento de la fe en la secularizada España...No sé, yo creo que el primer impacto es la vida de estos jóvenes que están empezando a descubrir lo importante que es Dios en la vida humana. Para ellos esta semana de agosto va a ser inolvidable y les acompañará a lo largo de su vida. En Madrid en estos días se podía apreciar que Cristo está en su Iglesia y el soplo de su Espíritu aletea en la vida de tantas personas. 

Sólo un deseo, que todos los que han abierto las puertas de la Iglesia a los jóvenes no las cierren y las dejen siempre abiertas. La casa de Dios tiene que ser la casa del hombre.


Homilía Asunción de la Virgen María. 15 de agosto de 2011

Homilía Asunción de la Virgen María

Triunfadores

Hay quienes creen que hay dos tipos de personas: los triunfadores y los fracasados.

Los triunfadores son esas personas que decimos ricos y guapos. A los que todo parece irles bien y deslumbran ante los demás. Pisan fuerte y transmiten un aspecto de seguridad en sí mismos. Cuando te encuentras con ellos te miran fijamente como escrutando tus pensamientos, para después hablarte sin mirarte. Los perdedores son las personas que parecen no tener ni tanto éxito en la vida, ni tanta riqueza, ni tanta belleza corporal. A veces transmiten una sensación de inseguridad. Y con cierta frecuencia padecen algún mal físico.

Hoy en nuestro entorno cultural se lleva el estilo del triunfador. Por eso se busca mostrar un cuerpo atlético y de buenas formas, aunque eso cueste muchas horas de gimnasio y entrenamiento. Los que tienen alguna deficiencia corporal, los enfermos, los mayores, por contra, no parecen recibir la admiración de nadie.

Las lecturas de la fiesta de hoy, sobre todo la lectura del libro del Apocalipsis nos hablan del triunfo. Del triunfo de Dios en la acción de su Mesías, que para nosotros cristianos es Jesucristo.

La fiesta de hoy, la Asunción de María a los cielos, también nos habla de un triunfo: el triunfo de la vida. Y de los que confían en Dios y son humildes de corazón. Nos lo dice San Pablo en la segunda lectura. Por la resurrección de Jesús nuestro destino es la vida y no la muerte. Y en Jesucristo somos hechos nuevas personas para un nuevo mundo en el que ya no valen los criterios con los que nosotros normalmente señalamos a los vencedores y los perdedores.

No es la riqueza, la belleza corporal, la fuerza física lo único que cuenta en la vida humana. Es la humildad y la sencillez, la limpieza de corazón, el compadecerse ante el dolor ajeno.

Los criterios del nuevo mundo de Dios son los que María canta en el canto que acabamos de escuchar. Canta que Dios pone las cosas literalmente patas arriba. En este canto se nos dice que no son los triunfadores los que tienen la última palabra. Y no porque la fuerza o la riqueza sean en sí malas. Lo son cuando no dejan ver a los otros. Cuando convierten a los demás en instrumentos de la propia glorificación. Lo son cuando no se sabe compartir.

En la fiesta de hoy María nos dice que el fin de la vida humana es la vida con Dios. Y a esta vida son llamados los ricos y los pobres. Los vencedores son los que dejan construir su vida desde Dios.