Homilía 20 domingo tiempo ordinario. Ciclo A Mt 15, 21-28. 14 de agosto 2011

Homilía 20 domingo. Ciclo A


La salvación es para todos

Einstein decía que es más difícil romper un prejuicio que romper el núcleo de un átomo. La fe lo puede. Rompe prejuicios y abre fronteras. Deshace las separaciones artificiales que los humanos levantamos en ocasiones. Sí, Jesús tenía razón. La fe puede mover montañas.

En el evangelio de este domingo una mujer se acerca a Jesús a pedirle la curación de su hija enferma. Y este paso conlleva la ruptura de toda una serie de fronteras y convenciones sociales de la época. En la época un judío no debía hablar con un  no-judío. Y una mujer tampoco debía hacerlo en público con un hombre. Pero como para esta mujer es más importante la curación de su hija que las convenciones sociales se atreve a dar ese paso que rompe fronteras y separaciones.

Y es que la fe es para moverse. A veces decimos que tenemos fe o que llevamos la fe a otras personas. Pero si pensamos bien las cosas deberíamos decir que es la fe la que nos tiene a nosotros; que es la fe la que no lleva a derribar fronteras y penetrar en nuevos lugares.

La mujer es llevada por la fe, y es llevada también por el amor a su hija. El amor a los otros; el compromiso por los demás, por los más desfavorecidos nos empuja a arriesgar. A pensar nuevos caminos.

Cuando Jesús escucha a esta mujer, en un primer momento responde con una negativa a su petición. Pero la insistencia de la mujer le hace cambiar de opinión. Con esta actitud Jesús nos enseña algo: que en la vida hay que dejarse enseñar. Que siempre podemos aprender de otros. Jesús, el maestro, se deja corregir por una extranjera, y cambia de opinión al escucharla.

Con mucha frecuencia en el evangelio Jesús aparece como el que escucha. Como el que representa los oídos de Dios, atento a nuestras necesidades. Esa escucha le lleva a decir hoy que la salvación de Dios es para todos. Que Dios no excluye a nadie de su Reino. Que no hay extranjeros, mujeres, varones…Todos somos iguales bajo la mirada de Dios.