13 Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C. Lc 9, 51-62


Lo primero en primer lugar

Una de las palabras más recurridas en el lenguaje de la economía y la política es la palabra “prioridad”. Sirve para designar aquello que hay que atender en primer lugar. Lo que tiene preferencia.

No es fácil en la vida humana distinguir lo prioritario de lo secundario, lo que tiene preferencia de lo que va en segundo lugar. Es más, con cierta frecuencia alteramos el orden de las cosas y damos importancia primera a cosas que son  secundarias.

Jesús en el evangelio establece prioridades que tienen validez para todos los creyentes. La  prioridad es Dios y su Reino. Todo lo demás, familia, estabilidad económica, reconocimiento social…siendo cosas importantes, son secundarias o van en segundo lugar. Con esto no es que Jesús ponga unas condiciones excesivas a quien quiera formar parte de su grupo. Tampoco que fije un precio para conseguir la vida que promete. No es eso. Se trata de poner en primer lugar lo que fundamenta la vida y que es el suelo sobre el que se asientan los demás bienes.

Quizás podamos entender mejor esto si recurrimos a una imagen, la del compás. Cuando el compás está bien asentado su trazado es firme y fiable. En cambio, cuando por alguna razón, está desequilibrada la pierna de apoyo, el trazado es desigual y nos conduce a error.

En la vida humana todo también depende del lado sobre el que apoyemos los movimientos de nuestra vida. Si lo hacemos sobre un suelo firme. Si nos encontramos bien asentados, nuestros movimientos serán decididos y firmes.

Cuando Jesús recuerda la prioridad del Reino de Dios es para dar estabilidad y firmeza a nuestra vida. Es para poner un suelo sobre el que se asientan todas las demás realizaciones.

Que Dios nos ayude a mantener el sentido de las cosas y a poner en primer lugar lo que es primero, y a postergar a un lugar secundario las cosas que van después.

LA ÚLTIMA CIMA

 
Reconocimiento a la calidad

Eso me parece que es la película, "La última cima". Acabo de verla. Sí, esa que es un documental sobre la vida del Padre Pablo Domínguez, decano de la Facultad de Teología de San Dámaso, fallecido a sus 42 años hace año y medio cuando descendía con una amiga del Moncayo. La película transmite autenticidad y no cae en el sentimentalismo ni en el ensalzamiento gratuito. La hora y media de proyección está construida sobre testimonios de su familia, otros sacerdotes, sus alumnos, sus amigos, y gente de la calle que da su opiníón sobre los sacerdotes. A pesar de estar construida solamente por estas opiniones no se hace pesada, tiene ritmo y mantiene la tensión. Y pinta un retrato realista y veraz de este sacerdote. Destaca lo que es importante en la vida de todo sacerdote: la disponibilidad para los demás, la humildad y sencillez, el trato de todos como hijas e hijos de Dios, el convencimiento personal y la coherencia de vida...Y al final, sales de la sesión confirmado en tus convicciones y tareas. Impulsado a vivir de cara al bien y en el camino de la fe.

La película está siendo vista por muchas personas. Es un síntoma que nuestro mundo, secularizado y crítico con la Iglesia, no lo es tanto como pretenden algunos medios de comunicación. Y sobre todo es una prueba que las personas, la mayoría, saben reconocer la calidad humana allí donde se encuentre. Una calidad que no la ponemos nosotros solitos en nuestra vida. Es inspirada por el buen Dios.