Homilía 29 domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B.. Mc 10, 35-45


El otro “curriculum”


Tener un buen “curriculum” o un buen expediente académico –se piensa- es la posibilidad de alcanzar un buen puesto de trabajo y una buena posición social. Por eso, muchas personas se esfuerzan por tener buenos resultados en sus estudios, y participar en diversas propuestas formativas. Los conocimientos y los títulos serán la puerta para poder alcanzar ese esperado nivel social.

Pero también cuentas las relaciones, el conocimiento de personas con influencia que pueden recomendar a uno para un buen puesto de trabajo; o que pueden ponerte en contacto con otras personas, que a su vez te pueden abrir la puerta del prestigio y la posición social. Hay personas realmente hábiles en la técnica de la relación social, de la penetración en ambientes de influencia social, política y económica. Ya lo decía una madre a sus hijos que marchaban a la guerra: "Hijos vosotros poneos cerca del general”. La madre parece saber que al abrigo del poder y la influencia uno siempre cosecha beneficios.

Los discípulos de Jesús eran también de la misma opinión. Y por eso algunos de ellos esperaban que la cercanía a Jesús les traería algún tipo de ventaja personal; algún provecho en forma de beneficio. Así nos lo presenta el evangelio de este domingo en el que dos discípulos piden a Jesús sentarse junto a él en el trono de la gloria.

Pero Jesús les habla de otro “curriculum”, de otro expediente y de otro camino.. Les habla del camino de la realización personal, del crecimiento en humanidad. Este camino no siempre coincide con el del triunfo profesional y con el del logro de una buena posición social. Es más, con bastante frecuencia ambos caminos se separan. Por eso, encontramos a personas que ha logrado alcanzar éxito profesional y sin embargo, tienen una sensación de insatisfacción porque en otras dimensiones de su vida no han logrado la realización personal.

Además del curriculum y del expediente de nuestra formación personal está el de nuestras relaciones con los semejantes, el de saber sacar provecho a la existencia, el de vivir feliz con lo que uno tiene, el de cultivar la sensibilidad…, el de experimentar que la propia persona es de valor para otras personas… Para tener éxito en esta dimensión Jesús nos presenta una clave: saber arriesgarse y entregarse. Ser generoso y darse a los demás. Este camino es difícil, puede ser doloroso, lleva a la renuncia de uno mismo, pero es el que puede dar la felicidad y la alegría. Jesús nos dice que para vivir hay que saber entregar la vida.

Los padres lo saben muy bien. Para que sus hijos crezcan, sus padres tienen que pasar por pequeñas “muertes”. Tienen que pasar por sacrificio y renuncias para que sus hijos se desarrollen en la vida. Y lo hacen con alegría porque saben que ver crecer a un hijo gracias a la propia entrega es la mayor recompensa. Los padres saben que para dar vida a otros hay que entregar la propia.

Lo mismo le ocurre a aquella persona empeñada en crear un clima más humano en su trabajo. Sus compañeros de trabajo se ríen, abusan de su bondad…Pero esa persona sigue adelante porque sabe que a la larga es mejor haber aportado algo para que en la empresa haya más compañerismo, que sacar el mejor partido en el reparto de los turnos laborales.

Jesús nos dice que el camino de la vida no es de empujar a los demás, o pisotearlos y aparecer por encima de ellos. El camino del cristiano es el de la entrega de la propia persona para que los demás tengan algo de más vida.