23 Domingo Tiempo Ordinario Ciclo C. Homilía.

La fe me ha ayudado
Resulta sorprendente conocer la cantidad de cosas que las personas podemos asegurar. Hay futbolistas que aseguran sus piernas, cantantes que lo hacen con sus cuerdas vocales, mujeres que han asegurado su bolso. Hubo hasta quienes suscribieron una póliza de seguros contra los daños que en su jardín pudiera ocasionar la caída de un OVNI.

Desde que la humanidad existe sobre la tierra ha sabido que la vida es un viaje lleno de riesgos, que la existencia es insegura. Y por eso hemos intentado minimizar los riesgos o desarrollar métodos que pudieran cubrirnos frente a posibles daños. No sólo las pólizas de seguro, también las relaciones, la amistad, el dinero, la posición social e incluso la religión pueden ser utilizadas como coberturas para asegurar nuestra vida y minimizar los riesgos.

En el tiempo de Jesús algunos israelistas entendían su religión como un seguro contra los peligros de la existencia. Y la prueba de ese seguro era el templo. Mientras el templo estuviera en pie, nada podía pasarles.

Pero Jesús en el evangelio de este domingo nos recuerda que no son las cosas externas las que pueden dar seguridad en la vida. Solamente una relación viva con Dios puede sostenernos en las dificultades de la vida. No es el templo, ni los ritos, ni el cumplimiento mecánico de los deberes religiosos...lo que nos sostiene en la vida. Es la fe viva.

En el pasado verano tuve la ocasión de convivir con un grupo de matrimonios jóvenes un fin de semana para reflexionar sobre la fe. Cuando les pedía que pusieran por escrito algunas de sus vivencias, en la mayoría de ellos se repetía una frase: "la fe me ha ayudado". La fe les había ayudado a crecer en su relación, a salvar el matrimonio, a querer más a sus hijos, a soportar con dignidad y esperanza una situación de desempleo... Y yo pensaba que la fe, la que es relación viva con Dios, no es un consuelo fácil en el más allá. La fe tiene que ver con el más acá, con nuestra vida de cada día, con sus conflictos, luchas y rupturas...La fe da fuerzas y nos capacita para vivir.

La fe ayuda precisamente en las dificultades. Cuando Jesús, como en el evangelio de hoy, habla del futuro y de la historia no suele pintar un panorama fácil y cómodo. Cuando habla a sus discípulos de la fe no anuncia una situación sin dificultades y tensiones. Jesús es profundamente realista y por eso sabe que la historia humana está llena de dolores, sufrimientos, conflicto y enfrentamientos...Pero es precisamente en relación con esos problemas y sufrimientos en donde la fe recibe su valor y se presenta como fuerza.

Quien busque garantía y seguridad para su vida no la va a encontrar en las cosas externas. Ni una póliza de seguros, no la firmeza del templo, no la riqueza o el poder otorgan sostén suficiente a la vida humana. Sólo la relación viva con Dios en la que él exhala su espíritu sobre nuestra vida, puede darnos ese sostén. Y cuando uno se deja acoger por la fuerza de Dios y se deja llevar por su palabra, al final, y en medio de dificultades puede decir: la fe me ha ayudado.