Evangelio del domingo 13 de septiembre XXIV del Tiempo Ordinario














La pregunta del apuro

Cuando alguien da clases o simplemente anima la reflexión de un grupo a veces llega el momento de la pregunta del apuro. Es cuando alguien dice: "Todo eso que usted nos ha explicado está muy bien, pero en la vida cotidiana ¿usted como lo afronta? ¿Cómo lo resuelve'?". La pregunta del apuro es la que no nos deja mantener la distancia de la teoría respecto al objeto de nuestro discurso. Es la que nos compromete personalmente.

Cuando Jesús pregunta a sus discípulos: "Y vosotros ¿quién decís que soy yo?", les dirige la pregunta del apuro. Jesús no les pregunta por la respuesta que dice el catecismo o un libro de teología. Jesús les hace una pregunta personal. Podríamos traducirla a nuestro lenguaje diciendo, "¿qué papel juego yo en vuestra vida?", "¿que lugar ocupo en vuestras motivaciones e intereses?"

Es una pregunta que todo cristiano tiene que responder. Y el evangelio nos recuerda que esa pregunta dónde mejor la podemos responder es camino del calvario. Jesús es la fuerza de Dios para nuestra vida. Y esa fuerza se hace valer sobre todo allí donde lo humano sufre y duele. Allí donde se precisa del amor, la solidaridad y la ternura para hacer valer la dignidad de lo humano.

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