Homilía 3º domingo de Pascua. Ciclo C. 14 de abril de 2013


JESÚS NOS ESPERA


Quizás ustedes hayan oído alguna vez la historia que Ernest Hemingway cuentaen su famoso libro, El viejo y el mar. Un viejo pescador sabía que la mala suerte le había perseguido siempre. Nunca en su vida había podido saborear el éxito. Por eso, decide jugarse todo a una carta y salir con su pequeño bote en búsqueda de una pesca que levante la admiración de todos. De ese modo podrá resarcirse desu sensación de fracasoEn alta mar logra pescar un pez enorme. Tras varios días de lucha el pescador se alza con la victoria. Pero cuando regresa a casa un tiburón se acerca al barco y devora su pesca. Cuando el hombre llega al puerto lo único que permanece de su pesca es un enorme esqueleto.

Siempre que leo el relato del evangelio que algunos llaman la pesca milagrosame acuerdo de la narración de Hemingway. Al igual que el viejo, los discípulos regresan a la costa después de una noche de trabajo. Regresan con las redes vacías. Pero en la historia del evangelio hay una diferencia con la del relato de Hemingway. Cuando el viejo regresa a la orilla nadie le espera para ayudarle. A los discípulos, en cambio, les espera alguien. Jesús estaba en la orilla esperando. Y les espera en el momento del fracaso. Y ese Jesús les manda echar de nuevo las redes y almuerza con ellos los peces que acaban de coger.

A veces en nuestra vida nos ocurre como lo que se cuenta de la vida de los apóstolesIntentamos pescar sin éxito. Nuestras manos y nuestra vidapermanecen vacías después de jornadas de esfuerzo. Pero es en esos momentos dónde podemos percibir la ayuda de quién espera en nosotros. Recibimos la fuerza de quién nos sostiene y empuja en nuestra vida. Jesús resucitado irrumpe en nuestra vida y con su palabra nos anima a levantarnos. Nos ordena echar de nuevo las redes. Jesús siempre nos espera en la orilla de nuestros fracasos para estrecharnos con la fuerza de Dios, para llenarnos con sus dones, para invitarnos a un convite. Felices los que saben descubrir su presencia tras el horizonte de tantas penas y derrotas.