HISTORIAS DE NUEVA YORK

Venganza inteligente

Me encuentro en Nueva York. Desde hace algunos años vengo en verano a colaborar en una parroquia hispana de Manhattan. Nueva York es una ciudad sucia, al menos en el barrio en el que vivo. El calor del verano es húmedo y pegajoso. Creo que es la segunda ciudad más grande del mundo. Por eso es un lugar interesante en el que conviven personas de todos los lugares del planeta. Es una ciudad viva y alegre y también agresiva y dura. Aquí se puede encontrar lo mejor y lo peor de lo humano. Historias que descorazonan y otras que conmueven.

Hace días conocí a un hombre de apellido y antepasados irlandeses. Su hijo había ingresado en el cuerpo de policía. Patrullaba por el barrio en el que vivo. En un tiroteo con una banda de traficantes de droga perdió la vida. Su padre, lleno de dolor, quería vengar la muerte de su hijo. Y para realizar la venganza ideó un plan muy particular. Ha constituido una fundación para contribuir a paliar las necesidades sociales del barrio, que son muchas. La mayor parte del dinero se destina a programas educativos con adolescentes. Me decía que en la medida que el barrio avance en nivel cultural, retrocederá la delincuencia. La mejor manera de vengar la muerte de su hijo era combatir las causas que produjeron esa muerte.

El hombre me contaba todo esto de manera pausada, tranquila y sin dar ninguna importancia a lo que hacía. Me confesaba que la esperanza que obtenía de su fundación mitigaba el dolor de la perdida de su hijo.

Me volví a casa con la acción de gracias de Jesús en el evangelio: "Gracias Dios bueno, porque has revelado estás cosas a los pequeños y sencillos". Me parece que personas como esta, iniciativas de este tipo, son lo que hacen realmente humano nuestro mundo. Y tienen más valor que las promesas vacías de tantos políticos y las reuniones aparatosas de tantas comisiones y organizaciones internacionales.