NO OLVIDAR

No olvidar

Hace unos días asistí como sacerdote a la celebración del matrimonio de dos jóvenes simpáticos e ilusionados. Me pidieron que acudiera con ellos al ensayo que tenían con otras dos parejas jóvenes en la iglesia donde iba a celebrarse el matrimonio. Nos atendió un sacerdote que dirigió muy bien el ensayo. Me pareció una buena idea que las jóvenes parejas tuvieran ocasión de ensayar lo que iban a celebrar. Es un modo de romper el miedo y los nervios y de llamar la atención sobre aspectos a tener en cuenta: el modo de entrar, la colocación de los novios, la forma de realizar la ceremonia, etc.

Cuando llegó la hora de pronunciar la formula del consentimiento uno de los chicos la expresó de corrido. Se la había aprendido de memoria. Parecía que estaba muy ilusionado y muy metido en lo que iba a celebrar. El haberse tomado la molestia de aprender de memoria la formula era una señal de lo importante que era para él la celebración. Quería hacerlo sin tener que mirar los papeles del formulario.

De regreso a casa pensaba que ojalá no olvidara nunca lo que iba a prometer. La cuestión no era saberse de memoria la formula del consentimiento matrimonial, de la promesa de amor. Lo decisivo es no olvidar lo que iba a prometer; no olvidar la promesa. Tenerla presente todos los días de su vida. Todos los momentos de la existencia.