Homilía 6º Domingo de Pascua. Ciclo A. 29 de mayo 2011

6º Domingo de Pascua. Ciclo A


Parábolas vivas de la presencia de Dios



Pienso que en el mundo hay más personas cumpliendo el mandato del amor al prójimo de lo que pensamos. Lo que ocurre es que muchos de ellos lo hacen de manera discreta y silenciosa, sin aparecer en los periódicos ni en los medios de comunicación.

Conozco una anciana enferma que cena todas las noches un plato de sopa caliente gracias a su vecina del piso de arriba. Niños que meriendan en casa de amigos de sus padres mientras son ayudados en sus tareas escolares. Vecinos que llevan leche y ropa a quien duerme en el parque. Pequeños empresarios agrícolas que se han gastado bastante dinero en adecentar alguna casa de su propiedad para albergar dignamente a trabajadores subsaharianos en tiempo de cosecha. Jóvenes que han cambiado un futuro prometedor en una gran empresa por trabajar de educadores en un centro de menores...No son casos inventados. Son reales. Detrás hay un rostro y un nombre concreto que podría dar.

Todas estas personas no emplean mucho tiempo en pensar el sentido de la vida. Simplemente lo cumplen. Tampoco en la vida de Jesús "el sentido de la vida" fue una teoría. Lo vivió. Jesús sabía que sólo se comprende lo que se vive. Y hay que vivir el sentido de la vida para entenderlo. El sentido de la vida se encuentra en la entrega, el servicio al otro, la compasión...En definitiva, en amar y servir al prójimo.

Para un cristiano el amor al prójimo es siempre un signo de la presencia de Dios. Y las personas que aman son signos vivos de la presencia de Dios en el mundo. Parábolas vivas del Reino de Dios que se realiza en nuestra historia. De este modo todas esas personas transforman el pequeño mundo a su alrededor. La única manera de transformar el mundo  es por el amor. Aparentemente no se logra mucho y exige esfuerzo, pero es el único camino de transformación real de las cosas.

En el evangelio de este domingo todos somos llamados a ser parábolas vivas de la presencia de Dios permaneciendo en el amor de Jesús. Es la fuente de nuestro compromiso y nuestro servicio.