BEATO JUAN PABLO II

BEATO JUAN PABLO II

El pasado domingo fue beatificado el apa Juan Pablo II. De su pontificado largo y polifacético se pueden destacar muchas cosas: su contribución a la paz, a la caída del sistema comunista, al diálogo interreligioso, una nueva manera de entender el papado con sus viajes y la utilización de los medios de comunicación de masas...De todo ello, yo solamente quiero destacar un aspecto. Su entrega a la misión de la Iglesia, a la evangelización. Vivió con pasión su ministerio como Papa porque vivía con pasión su fe y su condición de cristiano. Y además estaba convencido del papel que el cristianismo y la Iglesia podía desarrollar en nuestro mundo. Fue un creyente convencido y un sacerdote entregado a su ministerio. No tuvo miedo ni complejos a la hora de presentar el camino del evangelio en nuestro mundo y en nuestra cultura. Su entrega a la misión fue su manera particular de recordar a la humanidad de finales del siglo XX que Dios ama al mundo, a su creación. Y que la misión de la iglesia es servir al mundo.

Creo que esto es lo que los cristianos del siglo XXI podemos aprender del Papa Woitila: vivir con pasión nuestra fe, entregarnos a la misión de anunciar el evangelio al mundo.

Con motivo de su última visita a nuestro país en el 2003 escribí este comentario que hoy recuerdo.


UN PAPA SIN VERGÜENZA

En la sociedad de la imagen se ocultan cosas para provocar una impresión mejor. Pero además todos sentimos vergüenza de mostrar en público nuestras debilidades. De la reciente visita del papa a España me quedo con una imagen. La de verle transportado sobre un aparato con ruedas. Este gesto, para otras personas vergonzante, me pareció que Juan Pablo II lo asumía con la dignidad de quien sabe que el valor de las personas no se encuentra en su apariencia. Y con la entereza de quien desea hacer algo por los otros aunque le flaqueen las fuerzas. El papa no se avergüenza de tener que mostrar públicamente su debilidad física. Y esa es una de sus enseñanzas. Que no nos avergoncemos de nuestros límites, de nuestros cansancios, de nuestras enfermedades, de nuestras debilidades y errores. Siempre encontraremos quien pueda darnos lo que a nosotros nos falta. La imagen de un papa llevado sobre una plataforma es una parábola de la vida y la misión de la Iglesia. En nuestra vida de fe todos somos llevados: por la convicción y el entusiasmo de otras personas. Una de las tareas más bonitas de la vida en comunidad es la de sobrellevarse mutuamente en las debilidades. El papa nos los ha recordado. Que nuestra fe y nuestra fortaleza sirva para llevar a otros en el camino de la vida. Que nos dejemos llevar por la fe y la energía de los demás.