LA VIDA EN UN MONASTERIO


LOS MONJES

Me encuentro en Santo Domingo de Silos, abadía de benedictinos. Tengo la suerte de vivir en medio de los monjes participando en todo de su vida. Ser monje es una manera de vivir que acumula sabiduría recogida a lo largo de los siglos. La vida está organizada y pensada para que cada uno pueda desarrollar la tarea de vivir entregado a la contemplación. El modo de vida de un monje es una lección de equilibrio y moderación.

El edificio es de espacios grandes, como tiene que ser en quien vive sin salir a la calle. Necesita espacios amplios. Los materiales son los básicos: piedra, madera, hierro...Aquí uno se da cuenta de cuanto plástico nos sobra en nuestras casas. El agua se sirve en jarras de barro, se come en mesas de desnuda madera.

El andar de los monjes es pausado, sus movimientos evitan toda brusquedad. Son gestos llenos de virilidad, pero a la vez transmiten y crean una sensación de paz, de concentración, de estar presente en lo que cada momento se hace. Uno piensa cuanta brusquedad hay en nuestros momivimiento, cuanta prisa que nos impide estar presente en lo que hacemos.

La comida es suficiente, sin excesos, bien condimentada y buena de sabor. Evita salsas para dejar a los alimentos en lo que son. Es variada y básica. Se come moderadamente y en todo el día uno no tiene sensación de apetito. También pienso que tanta salsa, tanta grasa, tanta comida en abundancia, preparada deprisa y comida con avidez nos hace perder y saborear lo fundamental.

En fin, todo en un monasterio está pensado para vivir en lo esencial de la vida, para volver a lo fundamental. Parecera paradójico pero en un monasterio se disfruta de la vida y mucho. Al menos disfruta quien quiera volver a lo esencial y lo básico.

Y por último lo más importnate. Un monasterio es un lugar para encontrarnos con Dios, para meterlo dentro de uno y saborerlo. Y quien lleva a Dios dentro lleva la felicidad y la vida.

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