Homilía 4 Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo A. 29 de Enero de 2011

La Felicidad


Un cachorro estaba afanado tratando de agarrar su propia cola. 
Pasó por allí un perro viejo y sabio, y al verle tan desesperado, le preguntó:
-¿Qué estás haciendo que te veo tan afanado en esa especie de gimnasia tan imposible?
-Me han dicho que la felicidad está en mi cola. Si consigo atraparla, seré un perro feliz.
El perro sabio le miró con mansa comprensión y le dijo:
-Es cierto que la felicidad está en la cola. 
Por eso, yo hago lo que tengo que hacer y voy donde tengo que ir y ella siempre me sigue.

Hay quienes piensan que la felicidad consiste en dar vueltas alrededor de uno mismo. En hacer que todo gire en torno a sí. Pero la felicidad no se encuentra en quedarnos solos con nosotros. Consiste en mirar hacia adelante y caminar hacia allí.

Jesús, en el evangelio de este domingo nos habla del camino de la felicidad.Equivocaríamos el sentido de las bienaventuranzas si las entendiéramos como una declaración del estado de la realidad. También equivocaríamos su sentido si las entendemos como una propuesta moral. Es claro que las bienaventuranzas no nos dicen como son las cosas. Los que lloran, los sufridos, los misericordiosos no son siempre felices. No son una declaración de la realidad.

 Tampoco son un conjunto de principios para dirigir nuestra acción moral. En ese caso Jesús habría dicho: "Obrad así"

Las bienaventuranzas son unas palabras proféticas. Nos hablan del futuro. No de lo que las cosas son. Nos hablan de lo que están llamadas a ser. Las bienaventuranzas pueden ser entendidas por quienes saben que la realidad se divide entre lo que las cosas son y lo que las cosas pueden llegar a ser. La realidad, nuestra vida, está en proceso de transformación y cambio. Puede ser que sólo tengamos ojos para lo que pasó o para lo que hay en nosotros, y nos olvidemos de la dirección a la que las cosas apuntan. De su término, de su destino. 

Jesús nos recuerda que hemos sido creados para la felicidad. Ese es nuestro termino y nuestro destino. Dios nos ha creado para que seamos felices. Es verdad que en la vida encontramos dolores, sufrimientos y reveses. Pero esas situaciones nunca deben convertirse en estado permanente. Pueden y deben ser superadas.

Desde la mirada del futuro, de lo que las cosas están llamadas a ser, la vida no es de los que empujan, pisotean a los demás, se ríen de su debilidad. No es de los aprovechados y de los frescos. La vida es de los que saben compartir, de los que se conforman con lo suficiente para vivir, de los que se compadecen del dolor ajeno. 

Es mirando hacia los otros, compartiendo con los demás, como ganamos el futuro y la vida. Felices los que siguen el camino del evangelio porque sabrán disfrutar de la vida.

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