Homilía 4º Domingo de Pascua. Ciclo C. Jn 10,27-30. Domingo del Buen Pastor

Oir su voz

Uno de los milagros de las cosas cerca de nosotros es el de la voz humana. Hasta ahora no se ha logrado ningún aparato que pueda reproducirla en su modulación y diversidad, en su flexibilidad y resonancia.

Normalmente la voz humana es expresión de la personalidad de quien habla. Suele delatar  nuestro origen, el lugar en el que nacimos o vivimos, nuestro estado interior y nuestro carácater. En nuestra voz nos decimos a nosotros mismos. Un tono de voz tranquilo suele manifestar una personalidad serena. Un tono de voz enérgico suele apuntar a una personalidad decidida. En nuestro tono de voz nos presentamos a los otros. .


En el evangelio de hoy se presenta a Jesús como el buen pastor que es escuchado en su voz y que él nos conoce. ¿Qué tiene esa voz para que sea atendida? Jesús es la Palabra encarnada de Dios. Su voz transmite la cercanía y el cariño de Dios en lo profundo de lo humano. Por eso su voz depierta en el ser humano la confianza y la esperanza. Pero ¿Cómo dónde podemos escuchar su voz? Atendiendo a su palabra. En la Palabra de Jesús, recogida en el evangelio, se encuentra su voz que resuena en nuestro interior. 

El escritor francés, Francois Mauriac decía que le gustaba escuchar el evangelio con su oído interior "pues hay un tono que puedo conocer, un lenguaje del que estoy seguro que no me engaña. ¿Qué ser humano ha hablado nunca como Jesucristo?"

Escuchar la voz de Jesús en nuestro interior nos cambia, nos abre a la compasión, la esperanza, el amor...Y de este modo también nosotros nos convertirmos en "buenos pastores" que cuidamos de otros: el esposo de la esposa y la esposa del esposos; los padres de los hijos y los hijos de los padres, los amigos de los amigos...A todos nos une la voz del buen pastor que nos conduce por el camino del bien.

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