CONTRA LA IDEA DEL BUEN SALVAJE. A propósito del secuestro del Alakrana

La narración que los marineros españoles han hecho de los días de su secuestro en Somalia es espeluznante. Nos devuelven la imagen de unos secuestradores desposeídos de toda humanidad. Las humillaciones y vejaciones, la cocinera violada de otro barco secuestrado, sus lágrimas cuando pedía a los marineros del Alakrana se llevaran a su hija (uno se imagina la desesperación que mueve a una madre a entregar a su hija a unos desconocidos)...Es también la realidad de África sumergida en un casos de violencia, desesperación y agresión del que tu y yo también somos responsables. Sé que el origen de esta situación nos conduce a la colonización y  a los procesos de descolonización, sé de la hipocresía de un Occidente que ante la miseria del continente mira a otro lado. Sé de la explotación económica de África. Pero ninguna de esas circunstancias justifica tamaña agresión y vejación hacia un semjante.

Pienso que situaciones como la del Alakrana nos revelan algo que tenemos que pensar de nuevo. Que en el fondo del alma humana hay una región de tinieblas y oscuridad que pueden despertarse y engullir lo que les sale al paso. Que en la vida humana hay una dimensión de animalidad que puede ser controlada pero nunca ignorada.

La modernidad ilustrada y su pensamiento naturalista nos hizo creer en el mito del buen salvaje. En la idea de un ser humano bonachón y dulce por naturaleza, que no necesitaba ni redención ni gracia. La violencia del siglo XX nos ha despertdo del sueño ilustrado y de su concepción ingenua de la naturaleza humana. El ser humano, imagen de Dios, está tocado por una bondad y un amor más grande que su capacidad de acogerla. Pero ese rastro puede ser absorbido por el fondo animal que también es parte de nuestro ser. Y que esconde una bestia que puede despertarse en cualquier momento si no dejamos sitio a la palabra salvadora de Dios.

Ahora que Occidente parece haberse olvidado del lugar de esa palabra en su identidad cultural. Ahora que ya no nos resulta apremiante llevar esa palabra a otras culturas, (respetables en su diferencia, pero necesitadas de salvación como nosotros), quizás sea bueno recordar que la naturaleza humana sin el roce de la gracia puede convertirse en un animal peligroso y dañino.

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